Las excursiones universitarias por la provincia

Plácido Ballesteros
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Una excursión de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid

Las excursiones universitarias por la provincia

Como recordarán los lectores asiduos de La Tribuna de Guadalajara, hace tres semanas explicamos como la Junta Directiva de la Sociedad Española de Excursiones decidió a comienzos de 1934 proponer a las Casas Regionales que por entonces estaban surgiendo en Madrid organizar excursiones conjuntas con destino a diferentes provincias. 

Pues bien, en aquella misma reunión, el profesor don Elías Tormo propuso que la Sociedad Española de Excursiones diera cobijo también al excursionismo universitario. Como explicó el propio catedrático de Historia del Arte, los viajes de estudio era una actividad con larga tradición en la universidad madrileña, pues la Real Orden de 1904 reglamentó que como complemento de los estudios de la asignatura de Historia del Arte los alumnos de la Universidad Central debían realizar varias excursiones al año «a ciudades monumentales próximas a Madrid». 

La propuesta fue bien acogida tanto por la Junta Directiva de la Sociedad Española de Excursiones como por la Facultad de Filosofía y Letras, de manera que incluso se decidió ceder unas páginas del Boletín para que se recogieran en ellas las reseñas de las excursiones universitarias. Así, desde el segundo trimestre de 1934 el Boletín amplió su nombre y pasó a denominarse «Boletín de la Sociedad Española de Excursiones y de la Sección Excursionista de la Facultad de Filosofía y Letras». 

Como quiera que, además, la Facultad adquirió un autocar propio, las salidas de los estudiantes fueron numerosas. Tanto, que durante ese curso académico, de febrero a junio, fueron 21 las expediciones organizadas. Y nuestra provincia fue uno de los destinos preferidos. En 4 de aquellas excursiones se visitaron varias de nuestras localidades:

> Los días 15, 16 y 17 de abril los destinos fueron Alhama de Aragón, Monasterio de Piedra, Medinaceli y Sigüenza. Estuvo dirigida por los profesores D. Luis Sosa y D. Luis Morales Oliver.

> El día 22 de abril (domingo) visitaron Torija, Sigüenza, Brihuega, Cifuentes y Trillo. Estuvo dirigida por el Catedrático D. Elías Tormo, el profesor D. Enrique Lafuente y la Ayudante Dª Encarnación Cabré.

> El 6 de mayo (domingo), fueron a Bolarque y Zorita de los Canes; en ella, además de los monumentos, se estudió el paisaje. Estuvo dirigida por el Catedrático de Filosofía D. José Ortega Gasset, acompañado por el Catedrático de la Facultad de Derecho D. Luis Recasens Siches y el de Filosofía D. José Gaos, en viaje de alumnos de ambas facultades.

> El 27 de mayo viajaron a Medinaceli y Sigüenza. Estuvo dirigida por el Ayudante encargado de curso de Literatura Española D. José Montesinos.

He querido anotar los profesores que guiaron a los estudiantes en cada una de sus salidas a nuestra provincia, pues como ustedes han podido leer entre ellos se encuentran algunos de los más ilustres intelectuales del momento, que formaban parte de la plantilla de la Universidad Central. A cuyo claustro pertenecían entonces también otras figuras extraordinarias que daban las clases de sus respectivas disciplinas: las de filología, Ramón Menéndez Pidal; las de historia medieval, Claudio Sánchez-Albornoz; las de lógica, el líder socialista Julián Besteiro; las de historia de la lengua, Américo Castro; las de ética, Manuel García Morente, que era el decano de la Facultad. Junto a ellos aún podemos destacar al arabista Miguel Asín Palacios, al paleógrafo Agustín Millares Carlo, al pedagogo Luis de Zulueta, o al paleontólogo Hugo Obermaier, entre otros. 

Dicho todo esto, ahora para terminar, sólo nos resta centrar nuestra atención en el contenido del relato que Enrique Antón nos dejó de las paradas en nuestra provincia durante la excursión de abril de 1935. Observamos en él cómo los estudiantes, con el espíritu jovial de la juventud y con la informalidad de las actividades extraescolares, pero sin perder el rigor académico, analizaron los diferentes aspectos culturales de la visita: breves semblanzas de los personajes históricos relacionados con los lugares visitados, las características arquitectónicas de sus monumentos más destacados, los elementos más interesantes de las obras de artes conservados en ellos, etc., etc. 

En este sentido, lo más interesante, a mi juicio, es todo lo referente a Alcocer. Por un lado, destaca cómo en aquellos años treinta del siglo XX aún se identificaba en ámbitos académicos a nuestra localidad con el Alcocer del Poema de Mio Cid conquistado por el héroe castellano camino de su destierro. Hoy, la crítica histórico-literaria sitúa sin lugar a dudas aquella población con un paraje cercano al río Jalón en la actual provincia de Zaragoza. 

Por otro lado, no podemos menos que lamentarnos de las pérdidas sufridas en nuestra población durante las Guerra civil de 1936 que nos privan de poder disfrutar hoy de las interesantísimas obras de arte que el cronista nos describe como existentes en la iglesia y el convento de clarisas, entre las que destacaba la escultura yacente de Doña Mayor Guillen de Guzmán.

Afortunadamente, al menos contamos con las fotografías que acompañaron a la crónica de la excursión en el Boletín, con las que ilustramos la entrega de hoy. 

Imágenes y descripciones que podemos completar con las ofrecidas por el señor Layna Serrano en su estudio monográfico sobre la iglesia de Alcocer, publicado en el número del Boletín correspondiente al primer trimestre de ese mismo año (https://ddd.uab.cat/pub/bolsocespexc/bolsocespexc_a1935m3v43t1.pdf). Por lo que nos atrevemos a sugerir la hipótesis que los universitarios decidieran parar en Alcocer en su excursión tras leer el estudio de nuestro cronista.