Superviviente

Antonio Herraiz
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Su hermano Carlos se quitó la vida hace más de tres años y ha escrito '¿Hablamos del suicidio?' Quiere que se tome en serio este problema, que acaba con la vida de 4.000 personas al año en España

Carmen Sánchez Alegre - Foto: Javier Pozo

Fue el día en el que España se despedía del Mundial de Rusia; cuando los octavos se nos atragantaron en los penaltis frente a la selección anfitriona. Carmen Sánchez Alegre (Guadalajara, 1988) había quedado con sus compañeros del gimnasio para ver el partido y, nada más salir del piso de Madrid, se percató de que se había dejado las llaves dentro. Era la primera vez que le ocurría. Llamó a su hermano Carlos -el pequeño de la familia- y fue a su casa para que le prestara una copia. La conversación fue fugaz porque estaba viendo una película y la despachó rápido. Fue la última vez que le vio con vida. Dos días después, Carlos se precipitó al vacío de forma voluntaria. 

En ¿Hablamos del suicidio? (Editorial Universo de Letras), Carmen cuenta todos los detalles del fatídico día: la primera llamada de su otro hermano, Juampi, advirtiendo de lo ocurrido, la llegada al lugar de la tragedia y todo lo que vino después. Lo hace de forma descarnada, llamando a las cosas por su nombre y con la seriedad que requiere el tratamiento del suicidio. Por eso, no entra en las causas que llevaron a Carlos a tirarse desde la ventana de la casa en la que vivía. Ni el sensacionalismo ni la falta de rigor tienen cabida en su relato. Por muchas pistas que tenga sobre los motivos que derivaron en una decisión tan trascendental, no deja de ser una suma de elucubraciones. Carlos nunca antes había dado pistas sobre lo que su cabeza andaba barruntando. Lo único claro es que estaba sufriendo y que no había sido capaz de trasladar su estado a nadie. Seguramente, no quería morir, solo dejar de sufrir, pero eso se lo quedó para él. Son preguntas que ya nunca van a tener respuesta. 

¿Qué le ha llevado a Carmen a escribir un libro sobre el suicidio de su hermano? «Cuando todo ocurrió, nuestro mundo se derrumbó. Poco a poco, vas pasando por diferentes fases y, aunque nunca lo superas, aprendes a convivir con ello. Llegó un momento en el que entendí que mi experiencia debía servir para algo. Lo que he hecho es hablar de mi duelo, de cómo la terapia me ha ayudado incluso a solucionar otros problemas que traía en la mochila del pasado. Mostrar que cuando una persona está mal, se puede llegar a aceptar las realidades más tremendas con las herramientas necesarias». Carmen destaca en el libro la labor de Esther, la psicóloga del Samur que le atendió nada más llegar al lugar en el que yacía su hermano. Cuenta también el trabajo de la psicóloga del Instituto Anatómico Forense, que puso a toda la familia ante una realidad completamente desconocida para ellos. Y se detiene especialmente en la importancia que ha tenido Mercedes Cavanillas, su psicoterapeuta personal «que siempre me ha ayudado y que ha conseguido llevarme a lugares donde jamás pensé que llegaría».

Carmen es periodista y en la facultad, como a la mayoría de los que ejercemos este oficio, también le enseñaron la teoría que defiende que un suicidio incita a otro, por aquello de la imitación. En cambio, desde no hace tanto tiempo, se ha impuesto el denominado efecto Papageno, que implica un tratamiento de estos casos sin tapujos ni adornos, para visibilizar el problema de forma respetuosa y cuidadosa. Lo que antes era una muerte «por causas desconocidas» se ha demostrado que es mucho más útil llamarlo de forma directa: suicidio. Cada día se quitan la vida en España una media de 12 personas. Traducido, una cada dos horas y cuarto. Es la principal causa de muerte no natural en nuestro país. El último dato oficial es del año 2020 y se suicidaron casi 4.000 personas, una cifra que se ha visto incrementada por las consecuencias de la pandemia dentro de una evolución que llevará a confirmar que tenemos la cifra más alta de suicidios en dos décadas, con especial incidencia entre los jóvenes. 

Carmen se lamenta de la poca importancia que se le da a las enfermedades mentales. Los recursos siguen siendo muy escasos y las administraciones públicas continúan mirando hacia otro lado ante una realidad que trunca miles de vidas. «Los suicidios son muertes que se pueden prevenir y todo el mundo debería tener la oportunidad de contar con ayuda profesional desde el sistema de salud». 

Para Carmen no ha sido nada fácil escribir este libro, que empezó durante el confinamiento en medio de la soledad de su cuarto. Muchas lágrimas derramadas sobre el teclado del ordenador, «pero ha merecido la pena». Sabemos cómo murió su hermano y me intereso por cómo vivió. «Era un niño impresionante. Muy inteligente. Estaba estudiando Ingeniería de Minas y era muy fan de la Historia. Leía un libro por semana. También tocaba la percusión en la banda de Pastrana. Era un intelectual». Compartieron juntos los 25 años de la vida de Carlos. Absolutamente insuficientes. Me quedo con la dedicatoria del libro: «Este es mi regalo. Te quiero, Carlos".