María Antonia Velasco

María Antonia Velasco


Nuestro vecino

18/10/2021

Se llama Rafael Bachiller y tiene el título de Excmo. Sr. pero lo que más me gusta no sólo es su excelencia como astrónomo y divulgador científico, sino que tenga la naturalidad de ser amigo mío. 
Si hablo de él es porque ha caído en mis manos el discurso que pronunció en el acto de su toma de posesión como académico de número en la Real Academia de doctores de España con el título de "La Astronomía en la encrucijada de la Filosofía, la Ciencia y la Tecnología". Ahí es nada.
Parte de los agradecimientos con los que inicia dicho discurso se refieren a la familia, a Dora, su esposa, a Diana e Irene, sus dos hijas. Y no falta el agradecimiento a sus amigos, por presentar su candidatura. Y si destaco esta introducción es para hacer ver que el científico no abdica de sus sentimientos de hombre.
También felicita a la asociación que le acoge, a la que califica como «Asamblea de Patricios» de la Antigua Roma, a la que pertenecía Platón, que se encargaba de asesorar sobre materias vitales. En aquel bosque de Academos se consideraba a la Astronomía, como «elevadora del alma a las alturas, conduciéndonos así desde las cosas de este mundo a otro superior».
Bachiller recuerda que su medalla la llevó el Dr. Sixto Ríos que se refirió a estos tiempos desconcertantes y caóticos en los que tenemos la suerte de encaminar nuestra vida a un mundo mejor».
Luego repasa su historial científico entre sus compañeros "en el apasionante viaje por la vida". También muestra su gratitud a aquellos profesores que le guiaron hacia la curiosidad del camino de las Ciencias, hasta emprender la Carrera de Astronomía.
Después pasa a ocuparse de la ciencia en la que trabaja, afirmando que la Astrofísica ha estado como telón de fondo de las concepciones filosóficas del mundo, y que la Astronomía se vale de las Matemáticas con un nudo imposible de desatar. Cuenta cómo Heráclito seis siglos antes de Cristo ya se refería al Mundo con el nombre de Cosmos (cuya raíz griega es ordenar).
Sin embargo, continúa, más que una concepción unificada, la Humanidad, siguiendo la concepción de Platón y Aristóteles consideró al Cosmos una entidad organizada de manera jerárquica. Aunque es Kepler quien describe las órbitas planetarias como elípticas, se consideraba que el Cosmos era del tamaño de la Vía Láctea y que los planetas podrían representarse por poliedros perfectos. Eran los sólidos platónicos, reflejos de los cinco elementos clásicos.
El antropocentrismo ya había sufrido un desprestigio cuando Copérnico nos hizo saber que la Tierra no ocupaba el centro del Universo, sino que era un planeta cualquiera del sistema Solar. Poco a poco fue eliminándose el mito de que éramos el centro del mundo. Kant desmontó la idea de «universos–isla», confirmando así la nueva idea que pondría en evidencia el gran astrónomo Edwin Hubble. 
    Lo de la gran Explosión se siguió de esta nueva idea y la libertad humana fue discutida.  Esto, como dice López Mateos entre muchas más cosas en su respuesta al discurso de Bachiller, se remata con la aparición del fullereno en el espacio que junto con el grafeno son precursores de la Nanotecnología.
    Ustedes perdonen esta incursión en la ciencia, que considero la gran habitación para el humanismo, especialmente reparadora de la inanidad en que estamos sumergidos. Gracias, Rafael.