Editorial

Una catástrofe humanitaria sin precedentes que es urgente detener

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Día tras día se apagan los últimos vestigios de vida en Gaza, donde millones de civiles palestinos están atrapados en un espacio reducido, luchando contra el hambre, la enfermedad y el desplazamiento constante. Más allá de las balas y las armas, recursos básicos como alimentos, agua y medicinas han sido utilizados como herramientas de guerra a lo largo de la historia y, según expertos y organizaciones internacionales de ayuda humanitaria, están siendo empleados actualmente en Gaza.

La hambruna no es menos mortífera que las acciones militares y, en algunos casos, aún más cruel, ya que atenta contra la vida cotidiana de los civiles, convirtiendo la necesidad básica de supervivencia en un medio de «presión» y «sometimiento».

Mientras continúa el asedio del ejército israelí y los bombardeos en territorio palestino, se registran a diario muertes por desnutrición, especialmente entre niños. La distribución de ayuda se ha convertido en "trampas mortales", según reconocen las organizaciones de la ONU, que acusa abiertamente a Israel de utilizar el hambre como arma de guerra. Y todo esto ante la mirada atónita de los ciudadanos europeos y la inacción de los gobernantes, que no se deciden a intervenir con firmeza para acabar con una catástrofe humanitaria sin precedentes.

Los últimos informes de Naciones Unidas indican que la situación alimentaria en la Franja de Gaza ha alcanzado la fase 5 (catastrófica), el nivel más alto de la escala, que indica el riesgo de hambruna, según la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF). De acuerdo con la evaluación de mayo de 2025, unas 470.000 personas -el equivalente a una cuarta parte de la población de Gaza- padecen hambre catastrófica, mientras que el resto de la población vive entre las fases de crisis y emergencia alimentaria.

Ante esta cruda realidad, los residentes de Gaza afrontan una doble batalla: sobrevivir a los bombardeos y buscar alimentos. Mujeres, niños y ancianos se juegan la vida en una lucha diaria por la supervivencia. Una situación que nos recuerda épocas pasadas y que creíamos que nunca más volverían en el entorno europeo. Hasta ahora, estas catástrofes humanitarias se producían generalmente en países africanos como Sudán, donde más de 12 millones de personas han sido desplazadas en su interior y a través de las fronteras hacia países vecinos, pero el conflicto en Oriente Próximo nos muestra la cruel realidad casi en nuestras puertas.

No deberíamos seguir mirando hacia otro lado ni un minuto más. Europa debe adoptar una decisión firme para frenar esta crisis humanitaria, provocada por un conflicto bélico en el que Israel está vulnerando todos los derechos humanos hasta límites insospechados. La diplomacia internacional, la ONU y los líderes políticos han vuelto a fallar. Y a pesar de ello, urge poner fin a esta catástrofe.