Javier del Castillo

Javier del Castillo


Silencios que avergüenzan

28/02/2023

Me ha parecido siempreuna falta de respeto que un periodista deportivo se transforme en forofo y ni siquiera tenga reparo a la hora de enfundarse la camiseta de un determinado equipo de fútbol. Como me parece una vergüenza que compañeros de profesión -en este caso, periodistas seguidores del FC Barcelona- cierren los ojos y no quieran saber nada de las corrupciones, sobornos y escándalos protagonizados por el club de sus amores. 
El silencio de los medios de comunicación catalanes, al día siguiente de conocerse que el FC Barcelona -«més que un club»- había pagado entre 2001 y 2018 cifras millonarias al vicepresidente de los árbitros, Enríquez Negreira, por «asesoramiento verbal», produce bochorno. Es como si en la Isla de La Palma los periódicos locales no hubieran publicado ni una sola línea sobre la erupción del volcán de Cumbre Vieja el día siguiente de producirse. O como si los mismos periódicos catalanes, que ahora no quieren saber nada del gran escándalo que afecta a la limpieza del fútbol español, denunciaran supuestas ayudas arbitrales a los grandes equipos madrileños. Al fin y al cabo, su objetivo oculto es echar balones fuera.
Pero los silencios informativos, cuando se aplican de manera consensuada y pactada con los directivos del Barça, ayudan a comprender muchas de las cosas que están ocurriendo en Cataluña. Negar durante años el pago de comisiones del tres por ciento a Convergència i Unió (que llegarían luego hasta el 10%), presumir de vivir en un mundo feliz frente a la crispación y la bronca continua de Madrid, o poner como ejemplo de modernidad y pluralismo los trapicheos y los sistemas clientelares de la política catalana me parece una impostura y un ejercicio de autocomplacencia. Sobre todo, si la realidad se empeña en demostrar lo contrario.
En el periodismo, contagiado por la polarización y los desmanes de nuestra clase política, ya no se lleva la equidistancia, ni la información desapasionada. Para triunfar hay que tomar partido. Y, cuando el Barcelona, como institución, decide apoyar públicamente la independencia de Cataluña, no hay más que hablar. Se aplaude y punto. De lo contrario, el informador deportivo que se atreva a cuestionar esa decisión política pasará a engrosar la lista de sospechosos. En una palabra: será declarado persona non grata y enemigo de un club que apoya la independencia, mientras pelea y se endeuda -eso sí- para conseguir títulos en las competiciones españolas.
Lo que está pasando cada vez se parece más al silencio de los corderos. Mientras la prensa nacional reclama explicaciones a los dirigentes del Barça, los grandes perdedores siguen siendo los mismos: la libertad de expresión y el derecho a la información de los lectores que viven en Cataluña. 
Los periódicos del día 16 de febrero son una demostración de cómo la gran noticia de ese día -supuesta corrupción arbitral protagonizada por el FC Barcelona- es portada en la mayoría de los diarios de información general y titular a toda página en los deportivos Marca y As, mientras que en el Sport y Mundo Deportivo no existe. En su lugar, tanto uno como otro, anuncian el gran duelo de Europa League entre Manchester United y FC Barcelona.
El oficio de periodista se degrada y se envilece con la ocultación de la corrupción. Alguien todavía debe pensar que aquello que no se publica no existe. 
Pero, en realidad, todo se resume en un atentado al derecho a la información y en un acto de cobardía.