La segunda tanda de los mensajes cruzados entre Sánchez y Abalos convulsionan el escenario político, y los dos partidos mayoritarios tocan a rebato, En el caso del PSOE, para tratar de salvar la cabeza del jefe de gobierno; en el del PP, para que unas elecciones, si a Pedro Sánchez se le ocurriera convocarlas, no les pille fuera de juego.
En Moncloa hay silencios con los que se intenta demostrar que no pasa nada, que Sánchez está tranquilo, que se trata de mensajes privados; tan empeñados están en transmitir que los polémicos wasap no tienen el menor interés, que ni siquiera los han tratado en la reunión de la ejecutiva de este lunes. La estrategia del avestruz: lo que no se ve no existe. El PSOE actual está anestesiado, semeja más a una secta abducida por su líder.
A pesar del "no existe", la tensión se refleja en el rostro de personas que están a la espera de la reacción del presidente, porque saben cómo se las gasta Pedro Sánchez. Javier Lambán, al que Sánchez trata con desprecio en los mensajes que intercambia con Ábalos cuando eran uña y carne, cuenta en una entrevista en Onda Cero que en las llamadas que le hizo Sánchez quedó sorprendido por su "ira" y su "pérdida de control". Otro de los también tratados despectivamente por el presidente, Emiliano García Page, dice en la misma cadena que le da lo mismo que le insulten, que lo que más le duele son los pactos con los independentistas. Y añade que: "lo que ha aparecido es poco con lo que puede aparecer". Lo que no augura nada bueno para el sanchismo.
¿Arde el PSOE, se prevén acontecimientos? Nadie lo sabe. Pero jamás un partido en la España democrática ha vivido hechos tan graves como los que convulsionan estos días al PSOE. Jamás un líder de un partido ha cambiado con su brazo derecho comentarios tan hirientes y vulgares sobre dirigentes de su propio partido. Se comprende que Feijóo haya decidido preparar el partido por si se celebran elecciones.
Porque el PP necesita una revisión profunda, y Feijóo, al fin, ha debido comprenderlo. Le faltan figuras con experiencia, sólidas, que transmitan seguridad en que el PP es un partido de gobierno, y de ese congreso saldrá una nueva ponencia política que clarifique la apuesta ideológica del PP.
Pero lo indispensable es que el congreso sea punto de partida para un PP que después de 3 años de oposición explique su proyecto y ponga cara a quienes defenderían ese proyecto si llegan a Moncloa. Y que defina qué tipo de relaciones quiere mantener con otros partidos. Fundamentalmente con Vox. Los ataques de la izquierda al PP se centran en su identificación con Vox, aunque sea falsa.
Se inicia un tiempo en el que entra como un cañón la idea de que a lo mejor no llega a término la legislatura. Y tanto PSOE como el PP toman medidas para que, si hay elecciones, les encuentre preparados.