Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


No alimentemos más al monstruo

17/04/2023

Hablar de sentimientos para que Ferrovial (1952) se quede en España es no saber en qué mundo vivimos. La empresa nació ligada a la gran expansión ferroviaria y de obras hidráulicas de la dictadura. Luego estuvo en primera línea en los diversos planes de desarrollo del franquismo y en las grandes obras de la democracia. En la década de los 60 ya tenía 500 empleados. En los 70 mantuvo su intensidad en España pero ya inició su expansión internacional, aunque de lejos el negocio era nacional. En los 80 se llevó una gran parte del pastel de los fondos comunitarios y diversificaba su actividad para no dejar nada sin probar. Tratamiento de aguas, modernización de puertos, hospitales, colegios...En los 90 adquirió Agromán y se convirtió en una de las más importantes constructoras del país. Entró, entonces, en el mercado americano, cotizó en bolsa, y siguiendo la pauta que el imperio de la globalización impone, poco a poco se consolidó como multinacional hasta conseguir que el 80 por ciento de sus ingresos procedieran de fuera de España.
Los grandes fondos mundiales son accionistas y favorecen la aprobación de la fusión por el 93,3 por ciento del capital. Las razones de Ferrovial, desde un punto de vista financiero, son impecables. La clave es que Países Bajos tiene ventajas fiscales por las que el resto de los socios de la UE pierden 10.000 millones de euros al año en ingresos tributarios, y España 1.000 
En el fondo está esa globalización que nos vendieron como el gran bien del futuro mundial. El comercio internacional pasó entre 1985 y 2008 del 18 al 31 por ciento. Pero en Maastricht se planteó una unión monetaria, social e institucional en Europa. La primera chapeau, pero las otras rien de rien, por ello en UE hay casi paraísos fiscales, como Países Bajos. No puede haber mercado unido si no hay unión social, fiscal e institucional y esto en el mundo se ha hecho incluso peor que en Europa.
Por ello, el primer efecto negativo de esta globalización es la desigualdad. Según la ONU, los hambrientos han pasado de 135 a 345 millones. Y en lo que respecta a la concentración de poder, con la avalancha de fusiones las multinacionales están ya lejos del control de los gobiernos, y tampoco existe un organismo mundial que pueda atemperar sus deseos. No olvidemos que la globalización es puro capitalismo, y por supuesto tiene beneficios, pero si no hay control su objetivo será un beneficio infinito a través de un consumo infinito. El monstruo es ya demasiado grande, y si no se modera y equilibra su hambre, se comerá todo hasta dejar un mundo dividido entre un pequeño porcentaje muy rico y un gran porcentaje muy pobre. Más que ahora, ¡y ya es insostenible!