Que Castilla La Mancha se ha convertido en una referencia en la lucha contra la despoblación es algo que forma parte de los corrillos habituales de todos los que llevamos algún tiempo dedicándonos, entre otras cosas, a la información y al análisis de lo que ocurre en la llamada España Vaciada. «En Castilla-La Mancha se lo han tomado en serio», suelen decir los de otras comunidades. Estamos de acuerdo en que el concepto mismo de «España Vaciada» ya es controvertido porque transmite vibraciones negativas. Lo cierto es que la llamada España Vaciada es un nicho de oportunidad para muchas personas, y podríamos decir que es una España llena de vida pero que parte de una situación desventajosa a la que ha llegado por múltiples causas, y una de ellas es la desatención histórica a algunas regiones en detrimentos de otras que han sido sistemáticamente privilegiadas, a veces a partir de posturas chantajistas. Poniéndolo en este contexto adquiere todo el sentido eso de «vaciada».
En lo referente a Castilla-La Mancha lo que estamos conociendo ahora son datos esperanzadores, balances con algunas alegrías, como que el 23 por ciento de los nuevos habitantes de Castilla-La Mancha fijan su residencia en zonas aquejadas de despoblación o que la región ha recuperado cerca de doce mil personas en sus zonas menos pobladas. Esto nos cuenta el vicepresidente Martínez Guijarro en su balance de la estrategia en la lucha contra la despoblación que cumple ahora tres años. La estrategia es algo así como el vestido que hay que colocarle a la ley para que sea algo más que un texto. A esa ley contra la despoblación que fue pionera en España y consiguió ser aprobada con amplio consenso parlamentario en las Cortes Regionales.
Lo cierto es que la lucha contra la despoblación es una tarea titánica que debería ser ya un objetivo nacional de primer orden como en Castilla-La Mancha. El camino es complicadísimo pero solamente viendo las ganas que le están poniendo muchos españoles, jóvenes en su mayoría, personas que quieren sembrar su granito, su idea, su proyecto en esas zonas, merece la pena todo el apoyo legislativo. Hay muchos fondos a nivel europeo a disposición de proyectos rurales. Otra cosa es que resulta complicado y farragoso conseguirlos, pero en esa financiación cuantiosa está la clave de la transformación total de pueblos en peligro. Se trata de conseguir un motor, un proyecto tractor capaz de arrastrar. En Castilla-La Mancha tenemos un ejemplo con la lavanda en la zona de Brihuega.
Ya es hora que España, siguiendo el ejemplo de Castilla La Mancha, contará con una gran ley nacional por la repoblación de nuestro mundo rural. El problema tiene una dimensión nacional, y hay comarcas fuertemente despobladas que están compartidas por varias comunidades autónomas. La despoblación es un tumor en las dos Castillas, Cantabria, Aragón, La Rioja, pero también hay problemas serios en Extremadura y en
Andalucía, o en Galicia, donde las aldeas del interior se quedan abandonadas a pasos agigantados mientras la gente se concentra en la costa, en la llamada «galifornia». No es deseable un país en el que el noventa por ciento de la población vive concentrada en el treinta por ciento del territorio. Es lo que ocurre ahora y ese es el dato fundamental de la despoblación. Revertirlo es sumamente difícil en una sociedad abierta donde a nadie se le obliga a vivir en un sitio. La gente va donde hay oportunidades, y, ojo, también donde pueden dar un giro radical a su vida para vivir de otra manera. Esa es muchas veces la clave existencial para instalarse en lo rural. Lo que hace falta es que ese pueblo tenga los servicios necesarios: desde los sanitarios o educativos hasta la conectividad . Es ahí donde entra en juego el trabajo de los políticos con sus leyes, sus medidas y sus estrategias. Luego, además, hay otros problemas de fondo y estructurales, con una dimensión europea, como hacer viable la agricultura y la ganadería. No conviene engañarse en esto: un mundo rural sin agricultura y ganadería es como una ciudad sin luces de neón. En Castilla-La Mancha al menos se ha tomado conciencia del problema y se han puestos algunos cimientos importantes, algo que todavía no ha ocurrido en otros lugares del país.