Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


El golpe de Estado

15/05/2025

Rufián ha dicho en el Congreso de los Diputados que la derecha política, mediática y judicial está dando un «golpe de Estado blando» tras la publicación de los whatsapps del presidente del Gobierno con su ministro de Fomento, José Luis Ábalos. Lo ha dicho enfundado en su traje esmeralda o azul cielo, que a Rufián le pasa como al dómine Cabra de Quevedo, que en función del lugar desde el que se le mire parece de un color u otro. Lo que sí parece, obviamente, es que con el golpe de Estado blando no le ha ido mal, pues ha aumentado tres tallas de pantalón, dos de chaqueta, una de camisa y cuarto y mitad de corbata. El chico de la fotocopiadora ha descubierto verdaderamente Madrid y se ha dado cuenta de que tampoco se vive tan mal y puede ir por Castellana sin que lo vituperen. Con su gracejo habitual, ha señalado también que le gustaría ver los whatsapps de Ayuso o Frank de la Jungla para regodearse un poco de ellos. Lo que tenemos claro es que a nosotros no nos gustaría ver los whatsapps de Rufián.
La izquierda con la que pacta el PSOE determina como golpe de Estado aquello que le incomoda o no le viene bien. Me recuerda en cierto modo a Prieto o Largo cuando en la República prevenían del golpe de Estado que luego finalmente terminaba aconteciendo. «A España le hace falta un baño de sangre», llegaba a decir el Lenin español en alguna de las entrevistas que daba… Les ocurría algo parecido a lo de la profecía autocumplida… Cuando ya media España mataba a la otra media o la sacaba de noche para darla el paseíllo como le ocurrió a Calvo Sotelo, entonces acontecía el golpe de Estado. Con la advertencia también de que sería un fracaso, para terminar de una vez con el ruido de sables. Sólo que el fracaso devino en una guerra que acabaron perdiendo. 
Los whatsapps de Pedro a José Luis no son una guerra ni un golpe de Estado. Si acaso un chinchorreo, un Sálvame… lo más, una isla de las tentaciones. Por eso le gustaba tanto Sánchez a Jorge Javier. Ahora aparece Air Europa y la cosa se pone seria. Ábalos está enseñando la patita o interpretando aquel otro Don Juan apócrifo que decía aquello de «la puntita y nada más»… Ábalos me produce ternura, porque se desenvuelve en un mundo difficile, como Tonino Carotone, al que cada día se parece más. En realidad, el hijo de Carbonerito, torero afamado de Cuenca, se asemeja cada vez más a Frank Pentangelli, el heredero de Clemenza en la saga El Padrino. Su querella con los hermanos Rosatto y los asuntos de baja estofa como el Parador de Teruel o la colocación de Jessica, así lo evidencian. Sólo que Ábalos debe tener cuidado también con una cosa… No sea que el volumen de su traición sea mayor al de la información que posee y acabe sobre una bañera mientras sus compañeros juegan al mus.