Javier del Castillo

Javier del Castillo


A ver quién da más , en año electoral

07/01/2023

Esto no ha hecho más que empezar y ya le he escuchado anunciar a la ministra de Hacienda, siempre con la propaganda debajo del brazo, el fin de la crisis económica. Así, como suena. Y, sin despeinarse, ha tenido el detalle de explicar a los ciudadanos españoles que esta nueva realidad no hubiera sido posible sin la intervención acertada y decidida del gobierno progresista al que pertenece. Sólo le ha faltado apostillar a esta «propagandista de la nada» lo siguiente: ningún ciudadano se ha quedado atrás en esta salida de la crisis, cosa que sí ocurrió en gobiernos de la derecha.
El mensaje triunfalista de María Jesús Montero es sólo un ejemplo de lo que nos espera en este año de elecciones. Si hace apenas unas semanas Sánchez denunciaba un complot de la derecha, apoyado por los poderes económicos, y el portavoz del Partido Socialista un nuevo golpe de Estado, con togas en lugar de tricornios asaltando el Congreso, imagínense las barbaridades que vamos a tener que escuchar en los próximos meses, antes de que hablen y se pronuncien las urnas. 
Imagínense ustedes la cantidad de barbaridades y falsedades que nos esperan desde ya mismo hasta las próximas campañas electorales de primavera y Navidades. ¿Qué no se inventarán los estrategas del gobierno para destruir a la oposición, si el actual presidente ya ha demostrado que no pasa nada por mentir sin piedad, ni por gobernar con los enemigos de la Constitución, engañando y traicionando a quienes en su día le votaron?
El ambiente preelectoral del año que acabamos de iniciar no es, evidentemente, el más propicio para afrontar las reformas y los cambios que demanda nuestro país. En estos momentos, los acuerdos de Estado entre los dos principales partidos políticos son una utopía. Cualquier pacto que pueda dañar los intereses electorales de cualquiera de ellos tendrá que posponerse para después de las elecciones. 
Los años de elecciones, como dice un amigo mío, son pésimos para las nuevas generaciones. Los problemas se aplazan, dejando paso a las artimañas y argucias para conseguir un único objetivo: mantenerse en el poder. Nos espera un año en blanco, cargado, eso sí, de promesas y regalos. 
La propaganda del poder prevalece sobre cualquier otra consideración y todos los esfuerzos -como ya estamos viendo ahora- se concentran en la búsqueda de fórmulas y triquiñuelas que restablezcan la confianza perdida de los electores e impidan una derrota ya anunciada en los sondeos. Prohibido hablar de la inflación, de las concesiones a Bildu y ERC, de Marruecos, de los delitos de sedición y malversación o de otro referéndum en Cataluña.
A día de hoy, según todas las encuestas de intención de voto (salvo las que encarga el CIS de Tezanos), Feijóo ganaría las próximas Elecciones Generales. Pero que vaya preparándose el candidato popular para contrarrestar las campañas y maniobras orquestadas por Sánchez y por quienes se están beneficiando de sus concesiones. 
El juego sucio está servido, especialmente en las Generales. En las municipales y autonómicas los contendientes jugarán sus cartas sin meterse tanto en el barro. Aunque, eso sí, los candidatos socialistas insistirán en marcar las distancias y en subrayar las diferencias con el actual inquilino de la Moncloa. 
No es tiempo de adhesiones inquebrantables, que diría Emiliano García-Page. Aunque tampoco me extrañaría que intentaran de nuevo desenterrar a Franco.