Editorial

El excesivo y errático protagonismo internacional de Sánchez

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, continuará esta semana con su particular tournée internacional para recabar apoyos con el objetivo de que el mayor número de países europeos abracen ese mantra que se ha convertido en su obsesión: reconocer el Estado palestino. El socialista, que en los dos últimos días recibió la negativa de sus homólogos esloveno y portugués, que apuestan porque todo pase por una resolución auspiciada en la ONU o que cuente con el respaldo sin fisuras de la UE sin marcar plazos, está teniendo un excesivo protagonismo a nivel internacional, levantando recelos entre una parte de la diplomacia mundial. Sin ir más lejos, el tirón de orejas vino la semana pasada desde EEUU, que advirtió a Sánchez que ahora mismo lo primordial es enfocar los esfuerzos en lograr un alto el fuego en Oriente Próximo que ponga punto y final a la tragedia humanitaria sin precedentes y que cauterice una escalada bélica inquietante.

Pese a los toques de atención, el presidente del Gobierno, que parece más pendiente de lo que pasa fuera de nuestras fronteras que de los muchos problemas que se padecen en el interior, quiere acelerar también un proceso interno, que pasará por una resolución del Consejo de Ministros para que posteriormente sea debatida en el Congreso. Lo que sucede es que esta iniciativa no es nueva y sólo hay que remontarse una década, concretamente a noviembre de 2014, cuando todos los grupos de la Cámara Baja aprobaban una proposición no de ley que instaba al Ejecutivo a ese reconocimiento de Palestina como Estado. 

La reacción al ataque de Irán a Israel del pasado sábado es otro ejemplo de la errática política, lanzada sin tapujos en clave electoral, que está llevando a cabo el presidente. En un primer momento, Sánchez ni siquiera condenó la ofensiva con drones y misiles que lanzó Teherán contra territorio hebreo para, horas después, verse obligado a rectificar. La realidad es que más de 135 países consideran hoy en día a Palestina como Estado y que el sentir mayoritario de la comunidad internacional, pese a las conocidas excepciones de los aliados de Israel, es alcanzar consenso para un reconocimiento global. Sin embargo, Sánchez, que debería solventar problemas más cercanos como la apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla que aún no tiene fecha pese a su gran acercamiento con Marruecos, no se puede erigir en adalid de la paz, presentando una solución que ya estaba desde hace años sobre la mesa, cuando lo primordial es pactar una tregua que ponga las bases para un alto el fuego. Oriente Próximo vive un momento crucial y delicado. Cualquier gesto o acción debe estar muy medido para no desestabilizar más un polvorín que amenaza la paz mundial.