Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Fontanero culiparlante

23/05/2025

Santos Cerdán es más de vigilar cañerías que de parlamentar en el Congreso de los Diputados. En lo que llevamos de legislatura, las intervenciones del secretario de Organización del PSOE apenas acumulan 15 minutos. No es sólo una cuestión de timidez. Cuando decidió dedicarse a la política hace más de 30 años era ya consciente de que no iba a sumarse a la lista de los Cánovas y Sagastas de los mejores oradores del parlamentarismo español. Nunca ha aspirado a ello. Su carrera profesional como técnico de mantenimiento e industrial en diversas empresas del sector agroalimentario le posicionaban más hacia el cargo de fontanero multiusos, una pieza clave en los partidos, sobre todo en tiempos convulsos. Pero la dignidad de los profesionales que se dedican a reparar las conducciones de agua no la suelen tener los que se sumergen entre las tuberías menos limpias y en los retretes de la política. Y Santos Cerdán es uno de ellos: no tiene reparos en mancharse de porquería más arriba de las rodillas siempre que sea para contentar al jefe. Lo de hablar y proponer iniciativas en el Parlamento, se lo deja para otros.
El caso del oficial mayor de la fontanería del PSOE no es único ni tampoco una especie de nueva creación. Tras una de las sesiones de la legislatura constituyente, el periodista y gran cronista parlamentario Víctor Márquez Reviriego mencionó los culiparlantes, los diputados que se limitan a apretar el botón para votar. No eran pocos ya por entonces. Mucho más atrás en el tiempo, en las Cortes de Cádiz también se denominaba así a los diputados que nunca realizaban una intervención destacada. Eran disciplinados y se limitaban a levantarse para votar lo que les habían dictado los prebostes de su grupo. Y aquellos culiparlantes de entonces hoy serían los más brillantes del hemiciclo.
El culiparlante navarro anda estos días inquieto porque el aprendiz de fontanero con el que compartió lo más sucio de la política le ha salido rebelde. Ese alumno díscolo es el mismo que conducía el Peugeot 407 con el que Pedro Sánchez se recorrió en 2016 las sedes del PSOE de media España para volver a asaltar la secretaría general de los socialistas; el mismo que tan pronto mediaba para colocar a las sobrinas de Ábalos en empresas públicas como les decía cochinadas en el whatsapp equiparándose a cualquier adolescente salido. Koldo García Izaguirre dijo hace tiempo que el marrón no se lo iba a comer él sólo y al primero que puede llevarse por delante es a uno de sus principales mentores. Cerdán le abrió las puertas del PSOE y las revelaciones de Koldo pueden acabar con su carrera. Habrá que ver si finalmente hay informe de la UCO incluyendo supuestas dádivas que Santos Cerdán habría recibido a cambio de favorecer intereses empresariales concretos. Será una cuestión que, de sumarse a la instrucción judicial, tendría que ser refrendada posteriormente. Pero, antes de que llegue ese momento -si llega-, cuando el secretario de Organización del PSOE se ha puesto la venda antes de que la herida aparezca, ha quedado como un embustero. Sin inmutarse, le hemos escuchado defender que ha hecho "muchas preguntas" sobre obras en Navarra. La realidad es que antes del 9 de mayo no había registrado ninguna. Y ese día propuso cinco, casualmente, tras una reunión con la cúpula de Ferraz, Bolaños y María Jesús Montero incluidos. Hay personajes de la política que es mejor que sigan de culiparlantes, porque su escasa formación académica y la falta de ética les impiden establecer límites a sus maniobras. Mejor quietos. Y callados.