Juan Bravo

BAJO EL VOLCÁN

Juan Bravo


Tocando fondo

18/05/2025

A Rubí Sanz, que ya no está entre nosotros

Nada tan perverso como la dinámica en que ha entrado la política española en estos últimos meses con Pedro Sánchez, apoyado por el expresidente Zapatero. De escándalo en escándalo, de enredo en enredo y de embuste en embuste, España entera aguarda el desenlace de tan insólita mascarada. 

El último acto se inició hace siete meses en Paiporta, con aquella escena vergonzosa en que a Sánchez le faltó tiempo para poner tierra de por medio, mientras los reyes optaron por hace frente a la muchedumbre enfurecida, con una entereza y un temple inolvidables. A partir de ese momento, Sánchez, irritado con Felpe VI y ensoberbecido hasta límites insospechados, rompe amarras, da una espantada hacia delante y se comporta como un autócrata de medio pelo, ofreciendo un espectáculo tragicómico en un momento trascendental de nuestra historia.

Es evidente que el psiquismo de nuestro presidente hace aguas, hasta el punto de que, como Rafael, protagonista de "La piel de zapa" de Balzac, sabiéndose perdido, acude a una timba a jugarse la única moneda de oro que le queda, importándole un pimiento decir B, donde ayer decía A, y donde mañana dirá C. Ese Sanchez que vemos decir hoy justo lo contrario de lo que afirmó ayer sólo él tiene mucho de histrión; y no sólo él, sino la práctica totalidad de los que han vinculado su destino a tan atrabilaria figura, sabedores de que, en su desvarío, terminará arrastrando al cenagal al socialismo español y a muchos de ellos, que no han dudado en caer en la abyección, cambiando la política por la truhanería.

Como viejo socialista utópico, contemplo el espectáculo de la metamorfosis de este moderno Dorian Gray con auténtico pavor; hasta ese extremo me produce vértigo el momento en que levanten las alfombras de la Moncloa y veamos salir de allí sapos, sabandijas, escorpiones y hasta cucarachas de todos los calibres. 

Y así, escindida de nuevo en dos campos, la ciudadanía española se levanta cada día y escucha los noticiarios de uno y otro signo preguntándose qué nueva calamidad se abatirá sobre ella. Si habrá luz, si funcionarán los trenes, si uno de esos jueces venales nos enviará una citación con la temida cinta rosa, si se abatirá sobre la población una plaga del estilo de las de Egipto. Hasta los médicos recomiendan a sus pacientes no irritarse con el modo de actuar y la forma de proceder de esta persona que, con tal de permanecer una semana más en la poltrona, es capaz de vender su alma al diablo. ¡Qué vanidad la suya! ¡Qué altivez, qué arrogancia, qué jactancia, qué endiosamiento! Véase, si no, cuando, en plena demencia de Trump, coge su Phanton y vuela con su amada esposa nada menos que a Pekín, justo el lugar que se hallaba en el centro del huracán.

Este hombre, que no puede ir a presenciar un partido de fútbol, ni a un concierto, no   siquiera a visitar un pueblo en fiestas sin ser increpado a voz en grito por la mayoría de la concurrencia, ni se plantea dejar el poder. ¿Por que? Ésa es la gran incógnita. Necio será si, a estas alturas, no sabe que va a pasar a la historia como uno de los más nefastos gobernantes de España, uno de esos personajes nacidos para dividir, para separar, para enfrentar a unos con otros. 

A una persona cabal le parecería aberrante vivir así, con su recua de pretorianos sin escrúpulos, con su hermano y su esposa en manos de la justicia, con su más íntimo colaborador, Ábalos, enjuiciado, cabreado hasta límites insospechados, y con la sombra de la cárcel cerniéndose sobre sí.  Pero, aun así, Sánchez sigue aguantando, risueño, como si nada le afectara, como si nada fuera con él, como si los voceros del facherío se hubieran conjurado contra él.

Y así vivimos esta etapa triste de nuestra historia, con un político aventurero que ha puesto de moda todo lo vulgar, lo turbio y lo inmoral como forma de conducta. El todo vale es muy posible que se convierta en un dogma que va a marcar a toda una generación. Y pensar que a eso lo siguen denominando socialismo... Por fortuna, la manzana está a punto de caer; será el momento de empezar desde cero, exigiendo el pueblo, detentador del poder, que sus representantes vengan a servir y no a servirse.