Carlos Rodrigo

Entre columnas

Carlos Rodrigo


De Corpus, cuerpos y corpus

16/06/2025

Semana de Corpus, también en Toledo.

Se agradece un poco de Corpus después de una semana de Pasión, quien sabe si antes de unos meses de prisión, y seguro de muchas fechas de bochorno, también atmosférico.

A nadie escapa que se está desatando un inevitable vulturno que alternará episodios de calor sofocante con momentos de intensa pasión, que será más o menos insidioso o sofocante, hasta que la inevitable saloma abrasadora del viento corrupto desemboque en una tormenta perfecta.

Por eso se agradece un poquito de tradición, de formalidad, de rutina secular para paliar tanto sindiós.

Se agradece después de una semana de granizo, también en el campo, para refrescarse un poco la nuca y mirar un poco al suelo, ese suelo enmarañado que no sabemos muy bien si aún permanece debajo de tanta hojarasca.

Se agradece un poco de tomillo para, si no despejar el ambiente, si no para ventilarlo, al menos para enmascararlo y engañarnos cambiando de olores.

Se agradece un poco de toldos para resguardarnos de la implacabilidad del sol, pero también para el sofoco.

Se agradece andar bajo palio, algunos mucho más que otros, aunque conviene recordar que antes o después los toldos, como las mantas, también se retiran.

Se agradece un poco de liturgia, de división de poderes, de papeles claros, delimitados, no invasivos, no intercambiables, sin dobleces ni actores que interpreten varios papeles.

Se agradece una miaja de previsibilidad, de fiabilidad, de disciplina reglada, de horarios respetados, de formas respetables, de flores que están en su sitio por una razón, de protocolo cerrado, de consenso, sino compartido, sí al menos aceptado, sí al menos asimilado.

Se agradece un poco de recogimiento y contrición, más allá de emociones impostadas, discursos contradichos, perdones desastrados y sepulcros blanqueados.

Se agradece un poco de maquillaje oportuno, no oportunista, pelín menos plañidero y fúnebre.

Se agradece un poco de teatralización serena y respetada, alejados del teatro del No y de representaciones de espejos hechos añicos en escenarios desubicados.

Se agradece un poco de tarasca, de sierpe amable y monstruosa, de boca grande y llena de dientes, de esa que se saca durante la procesión del Corpus, no esa que da tanto miedo de personas y cosas, temible por causar grandes daños y gastos y por su voracidad, y por supuesto más allá de las mujeres desdeñadas o denigradas por la agresividad, descaro o excesiva desvergüenza de sus chulos de otra época.

Se agradece un poco de símbolos, estandartes, emblemas, pendones, sí, también pendones, de parada, de desfile, de aplausos y de vítores ni oportunistas ni ensayados.

Se agradece un poco menos de hoguera de las vanidades, un algo de elegancia, de vestirse para la ocasión, no de disfrazarse para la ocasión, de dar la cara, no de aderezarla con cosméticos y afeites.

Se agradece un poco de naturalidad. Mejor de sinceridad ni hablamos.

La verdad es que el cuerpo ya pide Corpus, porque como dice el poeta Abadio de corpus, del delito, ya llevamos multitud de folios y lo que te rondaré, moreno.