El sentimiento independentista tanto en Cataluña como en el País Vasco se encuentra en los niveles más bajos de los últimos años. En ambas comunidades autónomas son más los partidarios de mantenerse dentro de España que de convertirse en nuevos Estados independientes, a pesar de que los partidos nacionalistas e independentistas siguen siendo mayoritarios.
El frente independentista se encuentra en sus horas más bajas en cuanto a apoyo ciudadano, debido a la concatenación de una serie de circunstancias que derivan del reconocimiento del fracaso del procés, y de la aplicación de una serie de decisiones que han contribuido a que bajara el 'souflé', desde los indultos a los condenados por la intentona secesionista, a la creación de una mesa de diálogo entre el Gobierno central y el catalán, que no ha arrojado hasta ahora ningún resultado. A ello se suman las discrepancias tácticas y estratégicas entre los dos partidos mayoritarios que encarnan la idea independentista, JXCat y ERC retirados a los cuarteles de invierno a la espera de mejores condiciones para reintentar el desafío. A ningún partido independentista ni en el País Vasco ni en Cataluña se le ocurriría insistir seriamente en la celebración de un imposible referéndum de independencia, entre otros motivos, porque tienen a su parroquia desmovilizada. Y aunque la animaran, tendrían muy difícil superar unas condiciones mínimas que fueran más allá del cincuenta por ciento más uno.
Las encuestas realizadas por los organismos competentes en ambas comunidades autónomas apuntan en la dirección del declive del fervor independentista. En el País Vasco, un 40% de los encuestados se muestran en contra de la independencia frente a un 22% que son partidarios, mientras que un tercio de la población se muestra a favor de una posibilidad u otra "en función de las circunstancias"., según el último 'sociometro', unas cifras que permanecen prácticamente invariables desde hace un año. En Cataluña, la situación todavía es más desfavorable para el independentismo, porque mientras que el 39% considera que debe ser un Estado independiente, el 53% rechaza esa posibilidad, según una encuesta del Centre d'Estudis d'Opinio (CEO) de la Generalitat. En el caso vasco, además, la ciudadanía pone a su situación personal un notable y casi lo alcanza la situación política, mientras que en el caso catalán la diferencia sustancial está en el respaldo mayoritario al derecho de autodeterminación, que apoya de una u otra forma el 73% de los encuestados mientras que lo rechaza de plano un 19%.
El independentismo, por tanto, no es un problema como lo pudo ser en circunstancias anteriores y el hecho de que ERC sea un apoyo imprescindible para que Sánchez se mantenga en el poder tiene el efecto de amortiguar sus peticiones porque un gobierno conservador perjudicaría sus aspiraciones. Sin embargo, EH Bildu, en el que el Ejecutivo de Sánchez también se apoya, podría ser un partido perfectamente prescindible, puesto que sus votos solo sirven para ampliar mayorías, pero no para alcanzarlas, pero Pablo Iglesias normalizó la presencia de EH Bildu "en la dirección del Estado", lo que no se corresponde con la realidad. En fin, las horas bajas del ideal de la independencia en sus lugares de procedencia, contrasta con su influencia en el sostenimiento del Gobierno en las Cortes.