Cabanillas repasa los oficios tradicionales con «El Andariego»

Redacción
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Una «revista caminada» cuyo objeto es bucear en la memoria colectiva de la localidad, gracias a personas que explican diferentes cuestiones del pasado.

Imagen de los participantes en la actividad. - Foto: Ayto. de Cabanillas

Tras tres años de ausencia, regresaba a Cabanillas del Campo «El Andariego», una «revista caminada» cuyo objeto es bucear en la memoria colectiva de la localidad, gracias a personas que explican diferentes cuestiones del pasado, con explicaciones trufadas también de cuentos narrados al aire libre.

Cerca de un centenar de personas participaron en esta quinta edición «andariega», una cita que organiza el Ayuntamiento de Cabanillas del Campo a través de su Biblioteca León Gil, y que cuenta con la coordinación del narrador oral cabanillero Pep Bruno. Este año el hilo conductor de la caminata y las paradas eran los oficios tradicionales.

La jornada comenzaba a las 11 de la mañana en el punto de encuentro de la Plaza del Pueblo, donde Pep Bruno; la directora de la Biblioteca, Pilar de Isidro; y la concejala de Cultura, Rosa María García, daban la bienvenida a los asistentes, y presentaban someramente la actividad. La edil de Cultura hizo hincapié en la importancia de este evento para mantener la memoria en un municipio donde la mayor parte de la población ha llegado a vivir en los últimos años desde otras localidades, por lo que tienen así una buena oportunidad de conocer las raíces de su nuevo pueblo.

El Pozo de Nieve

Tras la presentación, comenzaba la caminata, con una primera parada en la zona exterior del Centro Joven, en la calle San Sebastián. Realmente no se sabe exactamente el punto donde estaba, pero sí está datado en las crónicas que por esa zona hubo hasta el siglo XIX un «Pozo de Nieve», que es precisamente el tema que explicó el primer «informante» de la mañana, el historiador Manuel Rubio.

Rubio comentó que esta estructura era una propiedad municipal en la que, en invierno, se guardaban miles de kilos de nieve que todo el pueblo tenía que recoger cuando se producía una precipitación. La nieve era prensada por unos «apisonadores», hasta convertirla en bloques de hielo que se iban almacenando por capas, separadas por paja, en el citado pozo. Con el hielo fabricado artesanalmente, se enfriaban alimentos y bebidas cuando llegaban los meses cálidos. El pozo, explicaba Rubio, se sacaba periódicamente a subasta desde el Ayuntamiento, y lo gestionaba un adjudicatario, que en la época se conocía como «obligado», y que era la persona que vendía luego a particulares, y también al propio consistorio, que lo utilizaba principalmente en fiestas mayores para enfriar una bebida llamada «aloje».

El Ayuntamiento perdió la propiedad del pozo con la «Desamortización de Madoz», a mediados del siglo XIX, pasando este al Estado. Y fue finalmente vendido a un particular en 1867, pasando a ser privado, y desapareciendo finalmente cuando llegaron las fábricas de venta de hielo en barras.

Tras la explicación histórica del Pozo de Nieve, llegó el turno del primer cuento de la mañana: «Hay una vaca en la nevera», una divertidísima y surrealista historia narrada por Cheles López.

La Farmacia de Juan Rhodes

La segunda parada del Andariego 2023 era a las puertas de la casa de la familia Rhodes, frente a la Casa de la Cultura, en la que fuera histórica vivienda y oficina de farmacia de la localidad gracias a la figura de Juan Rhodes (1888-1950), uno de los boticarios españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX.

La nieta de Juan, Asunción, ha sido la encargada de explicar a los presentes quién fue su abuelo, su importancia histórica como boticario, y cómo era esta farmacia, que ella sí llegó a conocer de niña. Asunción (que de hecho estudió Químicas atraída por esos orígenes) ha sacado a la calle una mesa llena de instrumental antiguo del abuelo, y el público ha podido ver botes de mezclas, frascos, morteros para la preparación de medicamentos, matraces y tubos de ensayo. Esta farmacia cabanillera cerró en 1939, justo al acabar la Guerra Civil, pero fue muy importante durante toda su existencia, ya que llegó a ser suministradora de medicinas para las Fuerzas Armadas.

Tras Asunción Rhodes tomaba la palabra Yolanda Muñoz, farmacéutica residente en Cabanillas, que explicó la evolución de la farmacia tradicional a la farmacia moderna, en la que ya apenas se realizan preparados, pero que se ha convertido en un punto esencial del sistema sanitario, con una importantísimas función social especialmente en zonas rurales.

Tras las explicaciones de Yolanda y Asunción, el segundo cuento de la mañana corría a cargo de la narradora Ángeles Maestre, quien contaba la historia del «Mago de los colores».

Las construcciones de adobe

La tercera parada tenía lugar en la calle Ambrosio Pérez esquina Alférez Verda, donde hay un par de tapiales de adobe, muy significativos y sencillos de ver para explicar las técnicas constructivas de la antigüedad con este material. El encargado de mostrarlas ha sido el docente Antonio Riofrío, quien comentó aspectos del oficio de albañil en siglos pasados, explicando las técnicas de extracción y pisado del barro y paja, la elaboración de bloques de tapiales, las técnicas de endurecimiento y enlucido con «palmetas», o cómo se combinaba este material con el ladrillo, para fabricar «machones» de consistencia, o cimientos de canto rodado.

Allí mismo era después Victoria Espada la encargada de contar el tercer cuento del día, en el que la albañilería era absoluta protagonista: «Los tres lobitos y el cochinito feroz», una simpática reinterpretación de «Los tres cerditos y el lobo feroz».

El arroyo y sus negocios

Finalmente, la cuarta y última parada de la mañana tenía lugar en la Plaza de la Posada, junto al actualmente canalizado Arroyo Cabanillas. Allí, el historiador Ángel Mejía, cronista oficial del municipio, hizo un repaso a un puñado de oficios que se ejercían en los siglos XVI y XVII en este entorno, cerca del agua, con negocios florecidos en esta zona del municipio, como la posada que da nombre a la plaza o la cercana taberna, donde convergían arrieros y tratantes de ganado que pasaban por la localidad.

Esta taberna, explicó Mejía, era un establecimiento también municipal, pero de gestión particular a través de otro «obligado» que servía vinos y licores al Ayuntamiento, a la población, y a la Iglesia. Una cercana fragua donde el herrero tenía otra concesión para herrar caballerizas o cuidar de toriles; la carnicería (antaño establecida en el edificio del antiguo Ayuntamiento) o una pescadería junto al arroyo donde se vendía pescado desecado, que era rehidratado una vez a la semana, son otros de los oficios que se ejercían en la zona; así como un lagar con molino aceitero, ya cerca de la Plaza del Lavadero, que era el negocio más próspero y rentable, y el que más empleo generaba.

Tras Mejía tomaba la palabra la narradora Luisa Borreguero, para contar el poético cuento «Poema para curar a los peces», en la que era la última intervención de este Andariego 2023, que culminaba tras poco más de dos horas de caminar y escuchar, y que se despedía hasta 2024.