La pregunta de qué tiene Angela Merkel que no tengan los aspirantes a sucederla planea sobre Alemania ante las elecciones generales del próximo 26 septiembre, con unos sondeos marcados por la revalorización de una canciller en retirada y la debilidad de los candidatos a tomar su relevo.
Un 75 por ciento de los encuestados valora como «positivo» el balance de los 16 años en el poder de Merkel, según la última encuesta publicada hace unos días. El alto aprecio por la mandataria contrasta con la escasa valoración de los aspirantes a sucederla.
Su bloque, la conservadora CDU lidera los sondeos -se le estima un 22 por ciento de los votos-, pero a su candidato, el centrista Armin Laschet, apenas un 20 por ciento de los encuestados le ve capacitado para el puesto. Mejor valorado, con un 35 por ciento, está el socialdemócrata Olaf Scholz, ministro de Finanzas y vicecanciller, que está subiendo también en apoyo. En apenas un mes, su partido ha subido del 18 al 22 por ciento de respaldos. Peor parada sale la candidata de los Verdes, Annalena Baerbock. El partido ecologista ocupa la tercera posición en las encuestas, con un 19 por ciento, pero solo un 16 por ciento considera a su líder apta para la Cancillería.
Alemania parece haber entrado en una «nostalgia premonitoria» ante el adiós a la mandataria. «Merkel tiene desde hace unos años un nivel de estima como nunca tuvo ningún otro político con tanto tiempo en el poder», apunta el politólogo Hajo Funke.
Se ha extendido la sensación de que, tras la conservadora, «todo será más difícil», argumenta Robin Alexander, jefe de Política en el diario conservador Die Welt. Para él, la fortaleza de la jefa del Ejecutivo de Berlín reside en la meticulosidad analítica con que se prepara, sea la crisis del euro, la de los refugiados, cómo afrontar a un Donald Trump en la Casa Blanca o cómo documentarse ante un factor desconocido, como la COVID-19. «Notaremos su ausencia en un doble sentido: echaremos de menos lo que ha significado y notaremos los efectos de sus errores políticos, sea en política climática o con los vaivenes en política europea», sostiene Funke.
«Debe su altísima valoración a cómo ha superado tantas crisis, internacionales o nacionales», considera otro politólogo germano, Thorsten Faas. Y también a que mira «desde fuera» la contienda electoral.
La mandataria se retirará invicta, ya que no cayó en la tentación a intentar otra reelección, como sí hizo Helmut Kohl, quien tras 16 años en el poder buscó otro mandato y acabó derrotado ante el socialdemócrata Gerhard Schröder.
Sin experiencia
Merkel es la solidez, frente a la incertidumbre que despiertan sus potenciales sucesores. Laschet fue designado candidato tras un duro pulso con el líder bávaro, el derechista Markus Söder. Ya entonces pesaba sobre él el lastre de su mala gestión de la pandemia en el Land del que es primer ministro, Renania del Norte-Westfalia. Mejoró algo su posición en junio. Pero en julio se desmoronó de nuevo, en medio de las devastadoras inundaciones en su región y la vecino de Renania Palatinado, con más de 180 muertos. Se recordaron ahí las críticas a su falta de ambición en política medioambiental, con la emergencia climática convertida en principal preocupación del elector.
El descrédito entró en lo personal, al viralizarse unas imágenes que le mostraban riéndose al fondo, mientras el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, expresaba su consternación a los damnificados. Algo inimaginable en Merkel.
Baerbock llegó a liderar los sondeos, pero una serie de deslices, errores y sospechas de plagio la hicieron perder terreno. A ello se sumó ahora la exclusión de la lista electoral de los ecologistas en el Sarre, derivada de un conflicto interno que ha devuelto a los verdes a la imagen pasada como formación caótica e inmadura.
El socialdemócrata Scholz podría ser el ganador de la jugada. Es el único que exhibe experiencia de gobierno con Merkel. Es decir, parte de lo que se echará de menos cuando la canciller se retire.