Sánchez e Iglesias, enemigos íntimos

M.R.Y. (SPC)
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El matrimonio de conveniencia entre el PSOE y Unidas Podemos da un giro con la salida del líder morado, que podría dejar respirar a un Ejecutivo de coalición en tensión constante

El ‘Pacto del abrazo’ fue escenificado en noviembre de 2019. - Foto: JuanJo Martí­n

Pedro Sánchez podrá volver a «domir por las noches» a partir de abril, cuando Pablo Iglesias salga del Gobierno. Lo hará año y medio después de que él mismo asegurase, en una entrevista en septiembre de 2019, que no le había quedado otro remedio que convocar nuevas elecciones ante la «propuesta inviable» de Iglesias, que había condicionado un apoyo al PSOE a cambio de una Vicepresidencia y tres Ministerios para Unidas Podemos. Cuatro meses después, el primer Ejecutivo de coalición en la Historia de España echaba a andar con un vicepresidente segundo y cuatro Carteras de la formación morada.

El camino no fue fácil. De hecho, el propio Iglesias replicó días después a aquel «el 95 por ciento de los españoles tampoco se sentirían tranquilos» si hay un pacto con Podemos, con un contundente «Pedro Sánchez me mintió», en referencia a las negociaciones mantenidas en verano y que no resultaron satisfactorias. Incluso, antes de cerrar una alianza, y después de los comicios del 10-N, el dirigente morado declaró que «está claro que se duerme peor con más de 50 diputados de extrema derecha que con ministras de Unidas Podemos en el Gobierno».

Fue precisamente ese ascenso de Vox el que llevó al dirigente socialista a retractarse y abrir la puerta a su nuevo socio, apuntando que «nos corresponde superar el bloqueo». «Es tiempo de dejar atrás cualquier reproche», respondió el todavía vicepresidente segundo al escenificar el conocido como Pacto del abrazo en noviembre de 2019.

Sin embargo, los reproches no han cesado, como tampoco el bloqueo. Es más, la tensión ha sido constante durante estos poco más de 15 meses de matrimonio de conveniencia, que podría vivir una especie de luna de miel con Yolanda Díaz como principal interlocutra de la formación morada, de carácter mucho más conciliador que su predecesor, lo que podría aliviar la crispación en el Consejo de Ministros.

Ahora Iglesias podrá volver a su hábitat natural, el de la confrontación, que ha tenido que moderar como integrante del Gobierno, aunque sin llegar a abandonarlo.

De hecho, sus salidas de tono y sus discrepancias han sido protagonistas de este poco más de un año de legislatura. En los últimos meses, sonadas han sido sus diferencias con sus socios socialistas a la hora de hablar del Rey Emérito -poniendo, incluso, en duda la figura de Felipe VI-, su comparación entre la fuga de Carles Puigdemont y el exilio de los republicanos durante la dictadura franquista -muy cuestionada por Sánchez- o el firme rechazo a que en España exista una «normalidad democrática» -abanderada desde el PSOE ante las críticas vertidas desde Rusia-. Constantes han sido también las tensiones por la posición de ambos bloques sobre Cataluña o por la reforma de leyes como la laboral o la antidesahucios.

Cuentan en Moncloa que, desde hacía tiempo, Iglesias y Sánchez no se hablaban. Su aparente cordialidad puesta en escena al inicio de la legislatura había pasado de largo y ambos ni siquiera se esforzaban por disimular su mala -o nula- relación. El líder de Podemos no dudaba en criticar en público que se enteraba de decisiones del Gobierno «por la prensa», demostrando la falta de confianza entre socios y, sobre todo, tratando de alzar la voz para salir de la sombra del presidente a la que se ha visto abocado.

La venganza pareció llegar hace unos días, cuando Sánchez se enteró de la salida de su número tres apenas unas horas antes de que se hiciera pública y en plena visita institucional en Francia. Iglesias no dejaba que lo supiera por la prensa... pero casi.

Es por eso que en el Consejo de Ministros de esta misma semana las sonrisas lucían en los rostros de ambos dirigentes. El socialista, porque ve cómo sale, por su propia voluntad, uno de sus mayores quebraderos de cabeza en un Ejecutivo que ahora tal vez respire más tranquilidad. Iglesias porque pone fin a su aventura y vuelve a la arena, a la pelea política, y deja atrás una burocracia que no va con  él y, sobre todo, un Ministerio sin apenas competencias.

Tal vez ahora Sánchez pueda volver a «dormir tranquilo». O tal vez su destino ya esté escrito y ni la salida de su enemigo íntimo le pueda salvar de la quema.