En el ideario de Pep Guardiola han ido mutando muchos conceptos, pero ninguno sobre la figura del 'cinco': necesita al primer constructor, alguien de formación defensiva y buen pie, básicamente, con capacidad para empujar al equipo hacia adelante o sostenerlo, un rigor táctico innato -y si no se trabaja- y una intuición especial, bien por físico o bien por colocación, para evitar las contras. Al fin y al cabo, sus bloques van a quedarse con la pelota y van a intentar recuperar lo más arriba posible, así que intuir dónde pueden generarse las vías de peligro es la labor de ese 'cinco' en sus proyectos.
Cuando llegó a los banquillos de élite, se 'inventó' en el Barça a Busquets teniendo a una 'bestia' como Touré Yayá; cuando viajó a Munich, ante la avalancha de contragolpes encajados, trabajó básicamente con Philipp Lahm para sacarlo del lateral derecho y ubicarlo en el mediocampo (los dos laterales salían de posición y se ubicaban junto al pivote); y cuando aterrizó en Mánchester, buscó esa pieza en Rodri a cambio de soltarle 70 millones de euros al Atlético.
Porque la obsesión de Guardiola ha sido la zaga. No encajar goles. Él es el maestro de la ofensiva y su impronta (Barça-Bayern-City) es la de equipos con 1.000 variaciones en el último tercio que atacan como los ángeles… pero a los que, esporádicamente, era muy sencillo hacer daño. Más ahora con Haaland en punta, al que se le caen los goles. Por eso el City ha pagado 72 'kilos' por Ruben Dias, 65 por Laporte, 46 por Aké, acaba de soltar 18 por Akanji… y en la 16/17, la primera de Pep en el Etihad, reventó el mercado cuando sacó del Everton a John Stones a cambio de 56 millones de euros.
En apariencia, Stones 'solo' era un tipo rudo y solvente. El clásico central inglés de juego aéreo imponente, físico para chocar con una tanqueta y una enorme personalidad. Un John Terry 2.0, pulido, más fino (apenas 71 kilos en un cuerpo de 188 centímetros), pero mirada turbia y pierna dura, de esos zagueros con los que los delanteros no están a gusto pasando las tardes del domingo. Y solo tenía 22 años. Con la facilidad que otorga el dinero del City, Guardiola empezó un trabajo de chapa y pintura y mucho pulido hasta llegar a la presente temporada.
'Hybrid role'
Ya lo había 'dejado caer' en la 21/22, soltando a Stones por el mediocampo cuando las muchas bajas de la zona asfixiaban a los 'sky blue', pero en esta 22/23 el muchacho de Barnsley se ha instalado definitivamente un peldaño por encima de su habitual ubicación de influencia y se está convirtiendo en el elemento diferencial de un City que encaja poco (el que menos de la Premier), marca mucho (el que más), y ha permitido a Guardiola experimentar con una nueva bisagra: el tipo que en un momento de agobio abandona el mediocampo y se convierte en un cuarto defensa junto a Aké (izquierda), Akanji (derecha) y Dias (centro).
Durante este curso, Stones ha cambiado el chip. «Guardiola cambió completamente mi forma de ver el fútbol, cómo simplificar el juego, cómo colocarme en defensas de cinco o de cuatro… Yo tenía un tipo de juego y él lo elevó a un nuevo nivel». Ha jugado como pivote y como central, como lateral esporádico para generar superioridades, como interior y llegador (suma nueve goles en las últimas tres campañas y tres asistencias en la presente), construye y destruye, corta o asiste. En Inglaterra hablan de «hybrid role» para describir el papel de John, MVP en la ida ante el Bayern y de nuevo pieza clave hoy en la vuelta.