Está la política española infestado de estrategas, de santones en la táctica electoral, de gurús con tarjeta de visita en la que incluyen a varios dirigentes internacionales, mayormente latinoamericanos, a los que ayudaron a ganar … o a fracasar, que de todo hay y ha habido.
Cuenta España con excelentes profesionales de la cosa, como cuenta también con excelentes profesionales del análisis político que trabajan para partidos y empresas donde demuestran su capacidad y gran nivel. Pero hay también recién llegados sin apenas oficio y beneficio que se están haciendo un nombre -y de paso se están haciendo de oro- asesorando a candidatos no muy expertos. Los que nos movemos en el escenario político hemos visto mucha bufonada, mucho aventurero que se vendía como nadie pero con nula entidad y también hemos aprendido a ver de lejos a cantamañanas que seducían con su palabrería a algunos de los considerados candidatos con gran futuro.
En el debate del lunes, el gran debate -que ahora el PSOE pretende rebajar haciendo creer que tampoco era tan decisivo- se ha comprobado que al final funciona mejor la persona que tienes al lado, te conoce desde hace años y sabe cuál es el terreno en el que te mueves bien, que los supuestos expertos que no siempre saben cómo reacciona el candidato ante una situación que no puede controlar.
Este martes, mientras Feijóo mantenía su calendario electoral y pedía a su equipo y a los asistentes a sus mítines que no se dejaran llevar por la euforia, los expertos del PSOE, sus estrategas, enviaban un argumentario a todas sus sedes y candidatos con las instrucciones a seguir: Sánchez tuvo enfrente a un Feijóo que atacaba con "montañas de mentiras", que "embarró" el debate, un hombre que no reconoce la violencia machista y que piensa derogar el aborto y la eutanasia porque gobierna con Vox y defiende lo mismo que Vox.
Resulta patético escuchar palabras y frases repetidas en ministros y dirigentes socialistas. Los argumentarios existen en todos los partidos, hay equipos encargados de distribuirlos todos los días, pero de la inteligencia de quienes lo reciben depende administrarlos, utilizar su propio lenguaje en lugar del que recibe por escrito, y buscar la manera de no parecer un loro.
Los españoles están suficientemente maduros como para saber quién miente y quién no, quién tiene un proyecto de gobierno y quién carece de él, quién se asocia con indeseables, quién con partidos que no tienen consistencia y quién con formaciones fiables y con un programa bien estructurado.
Sobran en esta campaña asesores de la nada, que con frecuencia, perjudican más que ayudan al candidato que le ha contratado. Los buenos estrategas saben utilizar la táctica para hacer efectiva la estrategia, saben lograr cómo potenciar las cualidades de un candidato y limar sus defectos. Dicen siempre que lo más efectivo es dejar que cada cual se muestre tal como es, porque incluso los defectos pueden ser atractivos… si se sabe venderlos.