Hace poco más de nueve meses, todas las miradas de la sociedad española viraron hacia Cataluña, concretamente hacia Barcelona. El motivo: el regreso al país de Carles Puigdemont el 8 de agosto de 2024 tras casi siete años huido de la Justicia en Bélgica. Una vuelta anunciada, un día antes por el líder de Junts, que torpedeó el pleno de investidura del socialista Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat. Su retorno y posterior fuga (la misma jornada) aún no se explica, aunque el periodista Josep Nualart Casulleras trata de hacerlo en el libro Tres dies d'agost, publicado por Vilaweb, reconstruyendo paso por paso una historia sin duda digna de novela.
Tres minutos antes de las 9,00 horas del famoso día, el político neoconvergente irrumpió en el Arco del Triunfo de la Ciudad Condal, donde más de 3.000 personas lo esperaban en un acto de bienvenida antes de la investidura de Illa y, tras un breve discurso, emprendió su retorno a la localidad belga de Waterloo esquivando a los Mossos d'Esquadra para evitar su detención. Esa mañana, se escondió en dos pisos en Barcelona, uno en el barrio del Poblenou, cerca del Parlament, y otro a las afueras, cerca de la Sagrera.
En el momento en que, pasadas las 23,00 horas, cruzó la frontera por una carretera secundaria, el independentista iba acompañado por el secretario general de su partido, Jordi Turull, y el coche lo conducía un «tercer hombre», cuya identidad no se revela pero que jugó un papel fundamental en lo ocurrido.
Un agente en el semáforo
En el libro, el autor desvela que un agente de los Mossos persiguió a pie, durante 30 metros, el vehículo en el que viajaba Puigdemont tras abandonar el escenario en el Arco de Triunfo. Corrió detrás del automóvil por la avenida Vilanova hasta el cruce con la calle Roger de Flor y estuvo más de un minuto frente al coche, parado ante un semáforo en rojo. Es ahí, según Nualart, cuando la Policía autonómica perdió de vista al expresident, y no dos kilómetros después, como se apuntó en un primer momento.
Este mosso, que estaba en permanente contacto telefónico con sus superiores, «se equivoca en detalles importantes», destaca, y «no informa correctamente del modelo del vehículo ni de su placa: señala que es un Peugeot y no un Honda, y solo acierta las letras de la matrícula, no la numeración».
Distracción para salir de Waterloo
Pero, ¿cómo se gestó el fugaz retorno de Puigdemont? La obra explica que el plan estaba trazado al milímetro y contemplaba maniobras de distracción tanto en Bélgica como en la salida de Barcelona.
El 6 de agosto, abandonó Waterloo a las 8,00 horas en su coche con dos personas más, una de ellas agachada, y se introdujo en el aparcamiento subterráneo de un supermercado de la localidad.
Ahí les esperaba otro automóvil, al que se subió el líder de Junts rumbo a Barcelona, mientras que el otro regresó a su casa de Waterloo con «el tercer hombre» a bordo, como maniobra de distracción.
El secesionista entregó sus dispositivos electrónicos a este segundo coche, por si rastreaban su ubicación a través de ellos.
Su círculo íntimo fue convocado a una cena en Ceret (Francia), dando a entender que asistiría él. Sin embargo, en su lugar apareció «el tercer hombre» conduciendo el vehículo de Puigdement y con su móvil y su ordenador en una bolsa, mientras el neoconvergente ya había cruzado la frontera en otro auto, acompañado de Turull.
Preparativos para la posible detención
Un mes antes, el que fuera jefe del Govern se reunió con partidos y entidades independentistas para explorar su retorno: «Todos le aconsejaron que no lo hiciera, que no volviera», destaca el periodista. Al encuentro asistieron Lluís Llach (ANC), Xavier Antich (Òmnium Cultural) y Jordi Gaseni (AMI); Jordi Turull y Toni Comín (JxCat); Marta Vilaret y Juli Fernàndez (ERC); Carles Riera y Jordi Barbero (CUP) y Antoni Castellà, en nombre del Consejo de la República.
En paralelo, tanto Turull como el vicepresidente de Junts, Josep Rius, se registraron en el Colegio de Abogados para visitarle dado el caso en prisión, y barajaron trasladarse a Madrid para estar más cerca de él en caso de que acabase en los centros de Estremera o Soto del Real.
El expresident, además, preparó un vídeo para difundir en el supuesto de ser detenido, así como su habeas corpus, escrito por su abogado, Gonzalo Boye, que tenía 44 páginas.