Las integrantes del equipo Infantil Femenino del Balonmano Guadalajara quisieron decir adiós al que fue su entrenador durante dos temporadas, Ismael Moya, como se merecía. Hace unos días, la mayor parte de las jugadoras del grupo se reunía en un local de la capital para ofrecer una comida de despedida y agradecimiento al técnico, con quien les une una magnífica relación personal y profesional. Y es que, aparte de alcanzar una extraordinaria progresión deportiva tanto en éste como en el resto de los equipos base que entrenaba dentro del club morado, Moya supo «hacer equipo con responsabilidad, sacrificio, entrega y compañerismo» consiguiendo así que «las niñas siempre fueran felices a entrenar y a jugar», señalan los padres y madres de las jugadoras.
Bajo las órdenes de Ismael Moya, este grupo de la cantera del BM Guadalajara se proclamó, hace dos años y por primera vez, campeón de la liga de Castilla-La Mancha cuando competían en la categoría Alevín. Además, la pasada temporada, ya en Infantil y tras ganar de nuevo la liga regional y el Intersector, se hicieron con un meritorio sexto puesto en el Campeonato de España; una competición que reunió en Lanzarote a los ocho mejores equipos nacionales de la categoría, siendo la primera vez en la historia del club alcarreño que un equipo femenino alcanzaba un éxito de estas características. «Ismael estaba consiguiendo que los equipos base femeninos empezaran a tener resultados muy potentes, lo que logró que se hiciera cantera y que cada vez más niñas de Guadalajara se apuntaran a jugar a balonmano», destacan estos mismos padres.
Por todo ello y tras su marcha del club, Ismael recibió un emotivo homenaje por parte de su pupilas quienes, además de regalos, le dedicaron una bonita carta escrita por una de las madres, Ana González, y que reproducimos a continuación.
Las abejitas y el joven caballero
Erase una vez unas niñas que se reunían para jugar varios días a la semana.
Imágenes de la fiesta de despedida a Ismael Moya, hasta hace unas semanas entrenador de la cantera del BM Guadalajara. - Foto: L.T.Jugaban con un balón y unas porterías, entre risas e intentos de deporte, sin importar mucho si ganaban o perdían.
Un día, llegó un joven caballero con la misión de convertir el juego en competición y acompañarlas en el proceso de alevines a infantiles y cadetes.
A base de esfuerzo, compromiso, exigencia, trabajo, aprendizaje, sacrificio, cariño e ilusión, aquellas abejitas empezaron a ser un equipo, una pequeña colmena que funcionaba todas a una.
Con cada jugada perfeccionada y cada táctica mejorada, aprendían balonmano y aprendían a ganar y a perder, a caer y a levantarse, a equivocarse y a aprender en el deporte y en la vida.
Y como no podía ser de otra manera, llegaron las mieles del triunfo:
Ganaron campeonatos, ligas, un sector, vivieron momentos únicos, compartieron cómo es tener un sueño entre las manos...
Por eso, cuando llegó el momento en el que el joven caballero tenía que marchar, lo que querían agradecerle eran todas esas cosas intangibles que aprendieron y vivieron en esos dos años juntos.
Compromiso, ilusión, resistencia, confianza, trabajo en equipo, empatía, valor, humildad...
¿Cómo podrían agradecerle todo eso?
La respuesta era sencilla:
Con un gracias tan enorme como el cariño que siempre le tendrían
Y con la demostración en cada partido de la pista y de la vida de que seguirían teniendo esos valores.
Pase lo que pase
Y estén donde estén esas abejitas y ese joven caballero mantendrán un vínculo invisible y siempre se alegrarán de las alegrías del otro mientras se recuerdan con una sonrisa.
Ahora, toca tomar caminos separados, pero la separación física solo es un detalle cuando los corazones y las almas están unidos.
Los caminos traerán alegrías y triunfos a ambos, al joven caballero y aquellas niñas .
Y todos sabrán que fueron importantes y especiales en la vida de los otros.
Y nadie, absolutamente nadie, puede destruir eso porque ya forma parte de ellos
Ahora, seguimos.
Siempre, seguiremos.
Gracias, Isma, ahora y siempre.