Deschamps entrena como jugaba: sólido, fiable, poco espectacular, enemigo de las alegrías o la improvisación, intenso… Era aquel mediocentro defensivo sobre el que se sustentó el Olympique de Marsella campeón de Europa en el 93, la Juventus campeona de Europa en el 96, el Valencia 'casi campeón' de Europa en 2001, incluso de aquella Francia que logró el 'doblete' Mundial-Eurocopa en 1998 y 2000. Un tipo de ideas rápidas, insistente e incómodo. No se le podía pedir espectáculo porque jugaba para cargárselo, pero, a la hora de la verdad, era infalible. Un ganador.
Bajo los incesantes rumores, alimentados por el propio protagonista, del ascenso de Zinedine Zidane al banquillo de los 'bleus', habita un entrenador de récord. Basta echar un vistazo a la lista de técnicos de España para poner en valor sus cifras: en 105 años de fútbol internacional en nuestro país, solo Vicente del Bosque superó los 100 partidos al frente de la selección (llegó a 114). Deschamps (56 años) suma ya 167 y aumentará esa cifra, ya que tiene contrato hasta el Mundial del próximo verano. Tras Norteamérica'26, salvo sorpresa, dejará el cargo.
Ya en junio del pasado año se convirtió en el tercer entrenador de la historia que llegaba a 100 victorias con un mismo conjunto nacional. Solo lo habían logrado antes Joachim Löw con Alemania (124 en 198 partidos, un 62,6 por ciento de triunfos) y Óscar Washington Tabárez con Uruguay (106 en 224, un 47,3 por ciento). Él llegó a ese centenar en 154 duelos (un 64,9 por ciento de éxito) y ahora acumula 106 en 167. Los números son aún más espectaculares teniendo en cuenta solo citas oficiales: la Francia de Deschamps solo ha perdido 27 encuentros… y 13 de ellos en amistosos. Solo ha caído en dos de los 19 que ha dirigido en Mundiales, otros dos en los 17 en Eurocopas, tres de los 28 en clasificaciones mundialistas y uno solo (de 18) en continentales.
Éxito
Desde que colgó las botas en el Valencia (más de 600 partidos entre 1980 y 2001) tuvo claro su destino. Ya en sus últimos años sobre el verde era habitual verle participar de las charlas de sus técnicos, haciendo de entrenador antes de serlo. Así que no hubo ningún curso de preparación. En la 01/02 enganchó el banquillo del Mónaco y sentó las bases de lo que hoy conoce todo el 'planeta-fútbol': un equipo firme y físico, muy solidario, serio… fundamentos que lo llevaron a la final de la Champions de 2004 en la que cayó ante el Oporto de José Mourinho.
Asumió el año de difícil transición de la Juventus en la 06/07, cuando la 'Vecchia Signora' había descendido a Segunda por los escándalos de corrupción… y la devolvió a la Serie A en una sola temporada. No siguió en Turín, a pesar de todo, porque la llamada de 'su' Olympique de Marsella para sustituir a Eric Gerets fue demasiado tentadora. En su primera campaña logró que el 'OM' levantase su primera Liga en 18 años y conquistó tres Copas consecutivas. Era un ganador nato. Un tipo con un método cargante, pero infalible. Así que la Federación Francesa, en 2012, usó el 'comodín Didier' para intentar volver a lo más alto del escalafón.
Es el perfecto 'anti-España', la selección que marca el paso e impone el fútbol de moda al mundo entero durante más de un lustro: al 'triplete' Eurocopa-Mundial-Eurocopa ('08-'10-'12) se le unió el arrollador triunfo de Alemania en Brasil'14, un bloque que abandonó su habitual juego físico para incorporar el 'tiqui-taca' de la Roja. Deschamps puso músculo y rigor táctico ante esa eclosión de juego dominante y divertido. Con rigor burocrático, consiguió llevar a los 'bleus' a la final de la Eurocopa 2016 (que pierde ante Portugal como anfitriona) y conquistó el Mundial 2018. Un hito que todavía le sirve de crédito siete años después, en el que solo la Liga de las Naciones de 2021 ha engordado su palmarés.