Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Top Gun Maverick

24/11/2023

Gran Bretaña no va bien. La preocupación de Hayek por su deriva política fue una premonición de lo que estaba por pasar. Cuando la sociedad es homogénea, se acepta con tranquilidad los gobiernos fuertes, pero cuando aumenta la diversidad electoral la sociedad se fractura. Haber encadenado los peores primeros ministros de la historia no ayuda, pero recuperar a David Cameron como ministro de asuntos exteriores es una demostración de ceguera y de debilidad política.

El Brexit es políticamente respetable, aunque le irrite a la Unión Europea. La UE debería reflexionar si su estrategia de debilitar a los Estados no está fragmentando la cohesión interna de los países; lo cual será el principio del fin de su breve existencia. Salvo España, es previsible que el resto de países no opten por la eutanasia institucional.

Pero David Cameron optó por un referéndum que se suponía que tenía que acabar con el debate político; hizo de un problema de partido una crisis soberana y salió mal. Lo que no alcanzo a comprender es que no se haya autoexiliado a las antípodas. Cierto es, que algunos políticos españoles podrían también haber optado por América Latina viendo sus conflictos con la separación de poderes.

La incompetencia de David debería haber sido suficiente para su destierro político, pero el halo de corrupción es tan hediondo que hasta Mordor parecería un jardín bien cuidado. Esta insensibilidad confirma que Rishi busca una protección partidista. Hace unos años afirmé que gobernar supone tener un proyecto, no una ambición por el puesto. Cambiar el orden de los factores no solo daña la reputación de la clase política, es que, a mayores provoca un destrozo en el tejido institucional.

Optar por el Brexit significaba aspirar a que su clase política nativa fuera mejor que la continental, que sus funcionarios fuesen más hábiles y su economía más productiva. Estos son los retos reales de su sociedad. Los elementos de género, la eutanasia y lo políticamente correcto es el ruido del momento, pero no el problema estructural del país.

Con el cambio de ministros no se ve el proyecto de Sunak, sino su desorientación. Ser el líder de un país no es fácil porque requiere más talento hacerlo bien en su ejercicio que alcanzar el poder. Últimamente, los gobernantes se comportan como si fuesen monarcas absolutos mientras que los reyes parecen ser los únicos que buscan el equilibrio unificador; salvo cuando se cruza Genoveva por el camino.