«Desastrosa». Así califican los apicultores de la provincia cómo fue el resultado de la cosecha de la recién concluida campaña de primavera. «El invierno ha sido muy seco, hizo mucho calor en marzo y abril y la flor tanto del romero como del tomillo se fue enseguida y tenía poco néctar, por lo que se puede decir que no se ha producido nada», lamenta el presidente de la Asociación de Apicultores de Guadalajara, Ángel Marco. Así también lo corrobora el presidente de la Denominación de Origen (DO) Miel de La Alcarria, Antonio García, quien directamente afirma que «no ha habido campaña». «El apicultor que ha podido ha recuperado parte de las bajas que tuvo durante el invierno gastando mucho dinero en alimentar a las colmenas, pero cosecha ninguna», dice.
Si el pasado 2022 fue una año fatal para la apicultura de la provincia, el presente 2023 «va en el mismo camino». No obstante, Ángel Marco se muestra esperanzado respecto a las próximas cosechas de verano y otoño habida cuenta de las precipitaciones que se llevan registrando en las últimas semanas. «Si sigue lloviendo así, podría haber una buena cosecha en el lavandín y en los espliegos en verano y luego de ajedreas, girasoles, retamas y miel del bosque de cara a finales de septiembre y octubre», anhela este apicultor molinés. «Hace falta que llueva mucho más para garantizar la próxima cosecha. Como en invierno no ha habido lluvias que calasen la tierra, en cuanto lleguen dos días de calor ha desaparecido todo», advierte, por su parte, Antonio García, quien es menos optimista sobre esta situación.
Lo que está claro es que el cambio climático, especialmente la grave escasez de precipitaciones y las altas temperaturas, está provocando unos efectos nefastos en la actividad apícola. «Las cosechas se van mermando, a veces son nulas, y tenemos más bajas por falta de alimentación en las colmenas porque falta mucho polen en el campo. El cambio climático nos está afectando muchísimo», confirma Marco. Al margen de esta cuestión, otro de los problemas preocupantes entre los profesionales del sector es el de las enfermedades que afectan a los colmenares, especialmente, la temida varroa, un ácaro que cada día presenta una mayor fuerza y resistencia. «La varroa es el mayor problema que tenemos. Los productos que utilizamos para tratarla funcionan cada vez peor, llevamos mucho tiempo usando las mismas materias activas y las varroas se han vuelto más resistentes», explica Ángel Marco.
Esta situación supone que los apicultores han de invertir mayor tiempo y dinero en tratar las colmenas sin que los resultados sean favorables. «No tenemos productos eficaces contra la varroa. pedimos tanto a nivel nacional como internacional, porque esto es un problema mundial, que se ayude de alguna manera a las empresas farmacéuticas a que investiguen para que consigan sacar componentes capaces de atacar de manera eficiente esta enfermedad», indica el presidente de los apicultores guadalajareños.
Pero no sólo la varroa está produciendo una merma en el número de abejas y colmenas. En los últimos años, la presencia creciente y cada vez más habitual de abejarucos en España, y también en la provincia, está pasando factura a la población de abejas. «Como apenas está habiendo insectos en estos años tan secos, el abejaruco acude a los colmenares a comer, lo que produce no sólo la pérdida de abejas sino mucho estrés en las colmenas porque las abejas no salen a pecorear ni a beber agua», explica Ángel Marco. Sobre esta cuestión, el presidente de la DO Miel de la Alcarria se muestra mucho más crítico. «Los abejarucos ya son una plaga, pero como están protegidos parece ser que los tenemos que mantener los apicultores porque no se nos concede ni una ayuda por las pérdidas que están ocasionando al sector», declara.
Etiquetado
Otra de las cuestiones que continúa afectando a los apicultores de la provincia es el etiquetado de la miel. Si bien se consiguió que en todos los envases figurara el país de origen, los profesionales de esta actividad llevan reclamando desde hace años un cambio para que el consumidor conozca con exactitud esa procedencia, ya que en buena parte de los lineales de la gran distribución se encuentran mayoritariamente mieles mezcladas donde el porcentaje de miel española es absolutamente testimonial. Según explica el presidente de la Asociación de Apicultores de Guadalajara, para acabar con lo que consideran «un fraude» es necesario modificar una orden a nivel europeo. «Esperábamos poder conseguir algo cuando España asumiera la presidencia de la Unión Europea, pero la convocatoria de las elecciones generales ha traído mucha incertidumbre. No sabemos si se abordará este tema o no», indica Ángel Marco.
En la actualidad, la cabaña apícola de la provincia de Guadalajara está formada por unas 40.000 colmenas, aunque la mayor parte pertenecen a apicultores hobbistas ya la presencia de profesionales va en detrimento.