El lugar soñado por el humanista más conocido

Beatriz Palancar Ruiz
-

Aunque estuvo a punto de desaparecer, lo cierto es que esta pequeña joya invita a conocer la historia de uno de los guadalajreños más emblemáticos de la ciudad

La capilla de Luis de Lucena, de estilo mudéjar, es uno de los monumentos de la ciudad de Guadalajara más destacados por su singularidad. - Foto: Javier Pozo

Al escuchar el nombre de Luis de Lucena, la mayoría de los vecinos de la provincia recuerdan que hay un edificio histórico en la ciudad relacionado con él. Se trata de un clérigo y médico nacido en Guadalajara en 1491 que falleció en Roma en 1542, donde está enterrado en la iglesia de Nuestra Señora de Pópola. Cursó sus estudios en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca. Fue médico de Papas y jurista porque trabajó procurador en el Tribunal de la Rota en Roma. Por este motivo, pasó gran parte de su vida en Italia. 

La capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, también llamada de los Urbina, fue mandada construir a mediados del siglo XVI. El humanista Luis de Lucena encarga la construcción de una capilla junto a la iglesia de San Miguel del Monte. Será de ladrillo, siguiendo el estilo mudéjar. Tras la demolición del templo de San Miguel del Monte en 1887 quedó aislada.

Este edificio será declarado Monumento Histórico en 1814 y en 1928 se salva de ser destruida. El Estado comprará a los Urbina este edificio para restaurarlo siguiendo el proyecto diseñado por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco. Fue durante años almacén para la Comisión Provincial de Monumentos.

La capilla de Luis de Lucena, de estilo mudéjar, es uno de los monumentos de la ciudad de Guadalajara más destacados por su singularidad.La capilla de Luis de Lucena, de estilo mudéjar, es uno de los monumentos de la ciudad de Guadalajara más destacados por su singularidad. - Foto: Javier Pozo

Habrá que esperar casi un siglo para que se la dote de los elementos que hoy se pueden ver y admirar en su interior como el monumento turístico que hoy es. Allí, se pueden admirar las yeserías mudéjares de la desaparecida capilla de los Orozco, las esculturas yacentes de don Juan Sánchez de Oznayo y doña Mencía Núñez situadas en la antigua parroquia de San Esteban, los restos de los sepulcros de los condes de Tendilla que estuvieron en la parroquia de San Ginés, así como la decoración pictórica de sus bóvedas que siempre se han atribuido al artista Rómulo Cincinatto, autor de las pinturas de los techos del Palacio del Infantado que habría realizado después de 1580, pero lo cierto es que en 2018, aparecieron unos documentos que demostraban que el contrato lo habrían firmado otros pintores italianos distintos. En estas pinturas, se representan pasajes bíblicos. 

A través del trabajo doctoral del profesor y licenciado en Filología Hispánica, Gonzalo Luengo, se ha podido saber que el humanista Luis de Lucena expresó en su testamento su interés por crear una fundación, o institución como se decía en la época, que fuese la encargada de gestionar obras pías, entre las que estaban la construcción de una biblioteca y una escuela públicas, una idea revolucionaria para la época.

En ese legado de cien páginas, Luis de Lucena ofrece todo tipo de detalle de cómo quiere que sea ese centro cultural, que nunca llegó a hacerse realidad. Debido a su residencia en Italia, Luis de Lucena contó con el apoyo de su hermano Diego y sus sobrinos para establecer su capellanía. Todo hace pensar que Lucena se crió cerca del lugar en el que se construyó su capilla, donde llegó a ser enterrado su padre que, previamente, había sido inhumado en Santa María. Pero él no llegó a descansar nunca aquí.

Eso sí, la fundación existió y llegó hasta el siglo XIX. Precisamente, esta institución salvó al monumento de la destrucción cuando se derrumbó la iglesia de San Miguel a la que estaba anexionada desde su construcción.

Por último, hay que mencionar que el trabajo de tesis doctoral de Gonzalo Luengo permite conocer detalles desconocidos de la vida de Luis de Lucena como que procedía de una familia de origen judío, y que por tanto fue un converso, y que sí que fue erasmista en su juventud pero que nunca fue perseguido ni por este motivo ni por estar relacionado con otra familia Lucena de Alcalá de Henares.