En las relaciones epistolares tradicionales cada uno de los interlocutores se quedaba con las cartas del otro que dejaban de estar bajo su custodia, y en el caso de los personajes célebres a los investigadores les quedaba el trabajo de volver a relacionarlas. En la era del whatsapp, emisor y receptor cuentan con lo que escribieron y la respuesta que recibieron, de forma que pueden consultar en todo momento el transcurso de la conversación.
Excepto que el presidente del Gobierno haya sido tan incauto o tan despreocupado y haya borrado las conversaciones que a través del correo electrónico mantuvo con su ex 'número dos', José Luis Ábalos, la tranquilidad con la que afirma que no saldrá nada publicado que de lo que pueda seguirse un delito perseguible por la ley de sus actuaciones puede ser cierta si, en efecto, está convencido de que no habrá nuevas sorpresas, o quizá impostada a la espera de nuevas revelaciones.
Por el momento las espadas siguen en alto. A las consideraciones despectivas volcadas por Sánchez sobre los críticos del PSOE y ministros y aliados le han seguido los correos intercambiados entre Sánchez y Ábalos a cerca del rescate de la aerolínea Air Europa, donde la oposición quiere ver la mano de la esposa del presidente del Gobierno, a favor de esa decisión que ha sido analizada por el Tribunal de Cuentas y avalada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y por otros órganos de control del Estado, en la que el Ejecutivo no hizo sino lo mismo que otros gobiernos europeos, y además con la intención de que la empresa siguiera siendo española.
El desvelamiento de la correspondencia entre Sánchez y Ábalos y la convocatoria del próximo congreso del PP han servido para que la sesión de control al gobierno se haya convertido en un duelo a sablazos con alguna finta propia del uso del florete. El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, salió con un ataque a fondo al afirmar que el número uno de la corrupción de su gobierno es Sánchez que "lo conocía, tapó y participó en todo", y que si recuperó a Ábalos para las listas electorales fue debido a que "le tiene miedo" y todo para acabar con un remedo del "Váyase señor González" y pedir la convocatoria de elecciones. La dureza del presidente del PP se ha encontrado con un Pedro Sánchez que se ha defendido con cierta soltura irónica cuando le ha recordado que si el del PP es un cónclave tenga cuidado "porque quien entra papa sale cardenal", o al advertirle que pretende "ganar por agotamiento" pero "van a perder en 2027 por aburrimiento", que además de entretenerse con la "casquería" que le sirven, el verdadero problema del PP es el "liderazgo averiado" de Feijóo. A Sánchez no le cabe duda de que la revelación de su correspondencia privada es constitutiva de delito.
Mientras la justicia se lo toma con calma en la instrucción de los cuatro asuntos en los que se involucra al Gobierno y tras los correos intercambiados con Ábalos, la vida política tiene con lo que entretenerse y polarizarse sin que haya posibilidad de que el sentido común, el juego limpio, la presentación de propuestas para mejorar la vida de los ciudadanos se haga presente. Reiterar que las sesiones de control al Gobierno muestran lo peor de la política nacional ya no sirve para nada. La esperanza es que, tras el congreso, los populares sustituyan el tremendismo por la presentación de sus alternativas.