Maestra encajera

Inmaculada López Martínez
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La guadalajareña Marisol Ródenas es referente en el mundo del encaje de bolillos, una técnica artesanal a la que lleva dedicada 41 años de manera profesional y en la que fue pionera en su enseñanza y difusión

La artesana guadalajareña de encaje de bolillos, Marisol Ródenas, con varias de sus creaciones. - Foto: Javier Pozo

Hablar de Marisol Ródenas en el mundo del encaje de bolillos es hablar de una auténtica referente a nivel nacional. Y es que esta guadalajareña fue pionera tanto en la investigación como en la enseñanza y difusión de esta minuciosa técnica artesanal, en la actualidad, muy popularizada entre la población.

Con tan sólo siete años, Marisol tuvo su primer contacto con los bolillos. Fue curioseando en la casa de sus abuelos, en Torrebeleña, donde encontró unas bobinas y un mundillo –el cojín que usan las encajeras– dentro de un baúl. «Me llamó tanto la atención que le pedí a mi abuela que me enseñara y con ella aprendí a hacer las típicas puntillas de aquella época», recuerda.

Muchos años después, en 1982, cuando Marisol cursaba estudios en la CEPA (la escuela de adultos de La Estación) tuvo la oportunidad de impartir clases en este centro. «Me lo propuso una profesora que conocía y sabía que hacía bolillos, surgió por casualidad», asegura. El boca a boca fue suficiente para que Marisol comenzara a recibir peticiones de ayuntamientos y asociaciones. «Me llegó a llamar José Antonio Alonso para que enseñara en la Escuela de Floclore cuando se pusieron en marcha muchas de las especialidades que todavía hay, pero como entonces trabajaba por las mañanas en una oficina y ya daba clases por las tardes de bolillos le dije que no, aunque le recomendé a mi hermana Esther porque ella también había aprendido conmigo», relata.

La artesana guadalajareña de encaje de bolillos, Marisol Ródenas, con varias de sus creaciones.La artesana guadalajareña de encaje de bolillos, Marisol Ródenas, con varias de sus creaciones. - Foto: Javier PozoDe esta manera, Marisol y Esther Ródenas se convirtieron en las auténticas artífices de la divulgación del encaje de bolillos en la provincia. Para perfeccionar y ampliar conocimientos, comenzaron a preguntar a las pocas mujeres guadalajareñas, casi todas muy mayores, que sabían de esta técnica y, además, viajaron a otras zonas de la geografía española donde su práctica estaba más extendida (Camariñas, Cataluña y Almagro, principalmente). 

Programa didáctico

El interés que las hermanas Ródenas por la didáctica del encaje de bolillos fue tal que les llevó a elaborar un método que, a pesar de no haberlo patentado, ha servido como base de trabajo para multitud de artesanos y profesores. «Hicimos un programa en el que se aprende un punto, a ese punto le añadimos otro y así de una manera progresiva, resultando más fácil aprender que con varios puntos a la vez», detalla. Poco a poco, Marisol fue requerida en más localidades para impartir cursos de encaje de bolillos, lo que la animó a hacerse autónoma y a dedicarse profesionalmente y en jornada completa a esta ocupación. «He dado clases en pueblos de toda la provincia por las mañana, por las tardes e incluso los sábados. No paraba de moverme, pero es que los primeros año no había nadie más que supiese bolillos. Luego ya, con el paso del tiempo, alguna de mis alumnas más aventajadas o de mi hermana Esther también comenzaron a enseñar, por ejemplo, en la zona de Molina de Aragón», comenta.

Han pasado nada menos que 41 años desde que esta guadalajareña afincada en Cabanillas del Campo hiciese del encaje de bolillos su pasión y profesión.  Aunque su actual ritmo de trabajo es menor, sigue disfrutando con idéntico entusiasmo de esta técnica que califica como «terapéutica». «El encaje de bolillos engancha porque es muy relajante y permite conversar a la vez, lo que ayuda a socializar en las clases», explica. 

La artesana guadalajareña de encaje de bolillos, Marisol Ródenas, con varias de sus creaciones.La artesana guadalajareña de encaje de bolillos, Marisol Ródenas, con varias de sus creaciones. - Foto: Javier PozoAparte de beneficios en el ámbito cognitivo y de la salud mental, está demostrado que es una actividad que retrasa los síntomas de las patologías reumáticas. «Yo misma tengo fibromialgia y cuando me diagnosticaron artrosis y artritis, el doctor Vidal del Hospital Universitario me hizo repetir los análisis porque le parecía increíble que con lo que tenía, mis manos no estuvieran más deformadas. Fue tan su asombro que incluso me pidió llevar mi caso a estudio en un congreso médico», asegura.

El encaje de bolillos también ha permitido a Marisol Ródenas tejer redes profesionales y personales con gente de toda España incluso de países extranjeros donde esta disciplina sigue estando muy viva como es el caso de Bélgica (Brujas). Pero, sobre todo, el bonito oficio artesanal de entrelazar hilos enrollados en bobinas de madera le ha valido para entablar longevas relaciones de amistad. «Tengo alumnas muy fieles que llevan conmigo 30 años como ocurre en El Casar, para mí son como de la familia», confiesa.

Además, en toda su carrera como artesana, Marisol nunca ha dejado de aprender, de experimentar y de innovar, siempre con el objetivo de aportar al encaje de bolillos nuevos métodos, aplicaciones y materiales. Prueba de ello son la multitud de piezas, elaboradas con toda clase de hilos, que ha creado gracias a su destreza e ingenio. Junto a las más habituales puntillas, esta artesana guadaljareña ha confeccionado cintas, pulseras, pendientes, broches, abanicos, adornos, chales e incluso prendas de vestir de técnica mixta donde se alterna el ganchillo con el encaje de bolillos. «Antes se asociaban los bolillos al ajuar que te hacía tu madre. Pero ahora es totalmente distinto. A mí me gusta enredar y también aprendo mucho de mis alumnas porque algunas tienen mucha imaginación», afirma. Además, Marisol ha sido testigo de cómo el encaje de bolillos ha dejado de ser una técnica «únicamente de señoras mayores» para también atraer a mujeres cada vez más jóvenes e incluso a hombres. «Yo ya he tenido dos o tres alumnos varones», corrobora Marisol, quien asegura, que se trata de una técnica «que puede hacer cualquiera». «Siempre digo que hay que superar los tres primeros meses y no tirar antes la toalla», afirma.  «Desde fuera parece más difícil, pero el encaje de bolillos es muy mecánico y, una vez que lo aprendes es como montar en bici, nunca se olvida», asegura.

La artesana guadalajareña de encaje de bolillos, Marisol Ródenas, con varias de sus creaciones.La artesana guadalajareña de encaje de bolillos, Marisol Ródenas, con varias de sus creaciones. - Foto: Javier PozoReconocimientos

A lo largo de su dilatada trayectoria profesional, Marisol Ródenas ha recibido diversas distinciones en reconocimiento a su talento y, sobre todo, a su labor en la difusión y enseñanza del encaje de bolillos. Entre los más destacados, se encuentra la Placa al Mérito Artesano de Castilla-La Mancha y, más recientemente, el Diploma de Maestra Artesana, ambos otorgados por el Gobierno regional. «Es un orgullo que valoren y premien tu trabajo. Sobre todo, me hizo mucha ilusión que, después de 41 años, se me considere maestra porque el encaje de bolillos es algo que no hace tantos años estaba casi perdido y lo hemos conseguido revitalizar completamente», declara.

Su reciente colaboración con el diseñador de moda marchamalero, Juan Carlos Pajares, ha sido, sin duda, una de las mejores experiencias que le ha regalado su profesión; una profesión que espera seguir disfrutando y que ya le ha permitido cumplir un sueño: ser maestra encajera.

Colaboración JC Pajares

El trabajo de Marisol Ródenas saltó recientemente a las páginas de actualidad por haber colaborado con el conocido diseñador de moda marchamalero, Juan Carlos Pajares (JCPajares), en su último desfile de la Fashion Week de Madrid. Juan Carlos y Marisol se conocieron en la gala regional de artesanía de 2022 cuando el primero recibió la Placa al Mérito Artesano y la segunda el Diploma de Maestra Artesana. «Éramos los dos premiados de Guadalajara y entablamos una buena relación. Quiso conocer mi trabajo y mi sorpresa fue cuando me llamó para hacerme un encargo», relata.

En concreto, esta creadora realizó dos flores blancas elaboradas en encaje de bolillos a base de hilos de seda y metalizados que una modelo lució en sus pechos. «Juan Carlos me dijo lo que quería, le hice un boceto y le encantó. Estoy contenta porque supe interpretar y plasmar su idea», afirma. En este mismo desfile, pudo verse otra obra confeccionada por Marisol, una mini falda roja de técnica mixta (bolillos y ganchillo). La próxima propuesta de JC Pajares en Nueva York también contará con la colaboración de esta artesana.