Carlos Martín es médico y Esteban Rodríguez es veterinario y, desde hace más de 25 años, trabajan en una vacuna que podría suponer una auténtica revolución en el tratamiento de la tuberculosis, la enfermedad más letal del mundo. Actualmente solo existe un suero autorizado y tiene más de 100 años, si bien a partir de 2028, podría ser sustituido por la apuesta española, que ha demostrado ser un 50 por ciento más eficaz en bebés y que sería la única indicada también para adultos, aunque todavía necesita 22 millones más de inversión.
Con el nombre de MTBVAC, la vacuna española comenzó a gestarse en los años 90, cuando un brote de tuberculosis multirresistente desatado en Málaga dio la pista decisiva a Martín, microbiólogo formado en el Instituto Pasteur. A día de hoy, los ensayos clínicos ya están en sus fases finales, en la tres para recién nacidos y en la dos b para adultos, y se postula como la gran candidata -de las tres que se encuentran también en estadios avanzados de estudios de eficacia en el mundo- para reemplazar a BCG (Bacilo de Calmette y Guérin), que empezó a fabricarse en 1920.
La principal diferencia con su antecesora centenaria es que BCG solamente protege al bebé de las formas diseminadas, las más graves, pero es ineficaz en adolescentes y adultos, que son los que desarrollan la tuberculosis respiratoria o pulmonar, la más frecuente y transmisible.
Desde 2022, cuando se inició el ensayo clínico en Sudáfrica, Senegal y Madagascar, más de 4.000 recién nacidos de un día han sido vacunados con MTBVAC. La idea es llegar a 7.500, para lo que calculan dos años, más otros dos de seguimiento. Además de este, se ha llevado a cabo otro en 4.200 adolescentes y adultos de Sudáfrica, Kenia y Tanzania, que todavía no está publicado, pero los resultados constatan que «la vacuna es segura e inmunogénica en infectados previamente de tuberculosis y no infectados», afirma Martín.
En paralelo, está a punto de comenzar la fase tres en la India, donde participan alrededor de 30.000 adultos y adolescentes. «Si todo va bien», dice Rodríguez, el horizonte en el que esperan que la vacuna haya superado todos los trámites regulatorios es 2028, de forma que su comercialización se permitiría a partir de 2029.
Asequible
Los investigadores recuerdan que el desarrollo de un producto farmacológico como una vacuna requiere como mínimo una inversión de 1.000 millones de dólares o euros. Según apuntan, el estudio con MTBVAC para adolescentes y adultos «está totalmente financiada», mientras que el de los recién nacidos aún precisa unos 22 millones de euros. «Aunque una vacuna para bebés fuera muy eficaz, el resultado se ve en 20 años, lo que hace que su impacto social no sea tan fuerte y, por ende, no atrae financiación», lamenta Rodríguez.
La Universidad de Zaragoza se ha comprometido a que el fármaco sea accesible y asequible en los países endémicos y pobres. Para ello, sus creadores pretenden que su producción y suministro se realice a través de centros en España, India y Sudamérica, y mediante acuerdos de licencia, Biofabri autorizará su fabricación en países con alta carga de la enfermedad.