Suena como una perogrullada y tal vez lo sea, pero la economía del trueque ‘no es algo nuevo’ lo dejó caer hace unos días Antonio Cordón, director deportivo del Betis, seguro refiriéndose al fútbol… olvidando que el trueque existe desde que el mundo es mundo y antes de que la moneda fuese moneda. Por refrescar un concepto eterno, el trueque consiste en un intercambio de bienes o servicios a cambio de otros bienes o servicios distintos, y en ese intercambio cada parte otorga y pondera los valores que da y recibe. Ejemplo: un criador de vacas y un agricultor llegan a un trato para cambiar un litro de leche por un kilo de verdura. Ambos destinan una parte de su producción al autoconsumo y otra parte se dedica al trueque. ¿Aplicado al fútbol?
En tiempos de crisis este deporte recuerda un modelo de mercado quizás pernicioso para el consumo tal y como lo hemos configurado entre todos, pero necesario para que los equipos compensen sus carencias: se liberan de lo que les sobra y desprenden lastre mientras buscan aquello que necesitan... pero a día de hoy no pueden pagar.
Colocas en el escaparate a un mediapunta por el que intentas conseguir un central y un carrilero, por ejemplo, y entras en un juego de tasaciones y contra-tasaciones en el que quizás terminas vendiendo un extremo a cambio de otro mediapunta con el que sí puedes lograr el central que querías. Y no se ha movido un solo céntimo por el camino. La mayor pesadilla de los comisionistas del verano, los representantes, pero un ‘mal’ necesario en estos tiempos de pandemia, sueldos imposibles y nula liquidez. El tema más candente esta en Griezmann. El primer intento de intercambiarlo por Saúl con el Atlético se desvanece; ahora el segundo se centra en el City, donde casi cualquier opción que ha sonado en Inglaterra (se buscaría la salida de Bernardo, Mahrez, Sterling o Laporte) sería del agrado azulgrana para reducir masa salarial sin el galo.
El 'coste cero'
Dos conceptos salen a la superficie de la miseria actual: la «presión salarial» y el «fichaje a coste cero». Si miramos al equipo más sospechoso del panorama mundial, el Paris Saint Germain, cualquier análisis superficial detecta movimientos magistrales en el segundo de los conceptos (llegan libres el capitán del Real Madrid, Ramos; el de Países Bajos y uno de los objetos de deseo de media Europa, Wijnaldum; el mejor portero de la Eurocopa, Donnarumma; y sólo se pagaron 60 millones por el mejor lateral de la Serie A, Achraf Hakimi). Y sin embargo todo huele a podrido en el primero: deberá sacar mucho ‘lastre’ de su plantilla para poder hacer frente a sus nóminas, sumadas a las de Neymar, Mbappé, Di María, Verratti, etcétera.
¿Y si el trueque ha llegado para quedarse? ¿Y si nunca terminó de irse… ni siquiera en el fútbol moderno (postBosman)? En 1999 el Inter de Milan soñaba con juntar a Ronaldo y al delantero italiano de moda, Christian Vieri, que por entonces jugaba en el Lazio. En el mercado veraniego, los romanos andaban buscando un ‘stopper’ y Diego Pablo Simeone fue la moneda de cambio. Pero ha habido otros igual de sonados: Baptista-Reyes entre Real Madrid y Arsenal en 2006, David Luiz-Matic entre Benfica y Chelsea en 2011, más recientemente Alexis Sánchez-Mkhitaryan entre Arsenal y United en 2018 o aquel ‘legendario’ Zamorano-Roberto Carlos entre Inter y Real Madrid.
En España
A nivel nacional, según el portal especializado ‘Transfermarkt’, la situación es dramática. El Real Madrid como ejemplo: hace dos veranos, en la 19/20, reventó todos los registros con un gasto de más de 350 millones de euros por los Hazard, Jovic, Militao, Mendy o Rodrygo.Hoy por hoy, dos años después, el gasto en fichajes es cero. Igual que el de otros siete equipos de LaLiga. Solo nueve millones menos que el Barça, que los gastó en Emerson mientras vendió por valor de 28,5. 18 clubes no han llegado por el momento a los 10 millones de inversión en fichajes: tan solo Atlético (35) y Villarreal (31) superan el listón más bajo de la historia de nuestro fútbol a estas alturas.