El escándalo del espionaje Pegasus necesita una cabeza de turco. Los independentistas han encontrado la excusa perfecta para pedir la de una ministra, Margarita Robles, que nunca se ha mordido la lengua para describir, como jurista que es, la gravedad de los hechos delictivos cometidos por los lideres del "Proces". Frente a las simpatías que ERC y Junts despiertan en el sector Podemos del Ejecutivo, la responsable de Defensa junto con el ex ministro Borrell, han defendido sin ambages la legalidad constitucional frente a la declaración unilateral de independencia.
Junqueras, Pere Aragones y Gabriel Rufián han visto, en el victimismo por el espionaje sufrido, un elemento aglutinador que sus seguidores necesitan para mantener el entusiasmo. Porque el apoyo al independentismo en Cataluña decae un poco cada día. Con sus amenazas sobre el "fin de la legislatura e incluso de la democracia" quieren forzar a Sánchez a que saque del Gobierno a Robles. De nada ha servido que el ministro Bolaños convocara en festivo, a las siete de la mañana, una rueda de prensa para informar, con la pomposidad que le caracteriza, que Sánchez y la ministra de Defensa habían sido también espiados.
Nada tienen que ver una caso con el otro. El CNI ha sido el responsable de pinchar los teléfonos de dirigentes independentistas catalanes y vascos, mientras que los del Gobierno ha sido hackeados desde el exterior, casualmente coincidiendo con la crisis con Marruecos.
Sánchez no es el único presidente europeo al que le pinchan el teléfono. Sus colegas de la UE, incluso Angela Merkel, pasaron por el trance. Por lo tanto nos encontramos con dos problemas a resolver: primero, ¿actuó el CNI con la preceptiva autorización judicial? Porque si es así, por mucho que protesten, no hay nada que decir, es el derecho de un Estado a protegerse de los que quieren conculcar la legalidad. Y segundo: ¿como es que los servicios de inteligencia no detectaron que los teléfonos del Gobierno habían sido pinchados?.
De todo ello dará cuenta la directora del CNI, Paz Estaban, una alta funcionaria del Estado, en la Comisión de Secretos. Su cargo es el primero que puede ser canjeado por el apoyo de ERC. Pero, visto lo visto en la comparecencia de Margarita Robles en el Congreso, donde defendió, con la contundencia que le caracteriza, a todos y cada uno de los miembros del CNI, la petición de su cabeza no va a cejar.
Sería un error político garrafal que Pedro Sánchez prescinda de una de las pocas ministras que cuenta con un amplio respaldo social y una de las valoraciones más altas del Ejecutivo. Tras el fiasco de la última remodelación del Gobierno y el "rejuvenecimiento" de las carteras, no está Moncloa en condiciones de prescindir de uno de sus pesos pesados.