Músico de película

Antonio Herraiz
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Es un músico completo, un pianista con una trayectoria plagada de éxitos y un compositor que brilla en todo el mundo con bandas sonoras de películas que acumulan numerosos reconocimientos. Desde hace 13 años, vive en Los Ángeles (California)

Músico de película

Cuando hablamos con Arturo Cardelús (Madrid, 1981), nos separan más de 9.000 kilómetros de distancia. Desde hace 13 años vive en Los Ángeles, la gran capital de la industria cinematográfica de EEUU con Hollywood como la meca del cine. 

Arturo es un pianista con una trayectoria plagada de éxitos y un compositor que brilla en todo el mundo con bandas sonoras de películas que acumulan un largo listado de reconocimientos. Un músico internacional cuyas obras se han presentado desde el Jordan Hall de Boston al Kioi Hall de Tokio, pasando por el Auditorio Nacional de Madrid. Como en todas las historias rotundas, hay que acudir a los orígenes para entender su dimensión. Y empezamos hablando de los amigos en común, de su paso por el colegio Maristas y de sus inicios, un tanto por casualidad, en el Conservatorio de Guadalajara. «Pillé una gripe muy fuerte y, como no podía ir al colegio, me aburría. Entonces escuché un CD de mi padre con la quinta y la sexta sinfonía de Beethoven». Tenía 11 años y aquello fue un amor a primera vista que enseguida se convirtió en una obsesión. Pidió a su madre que le apuntara a dirección de orquesta, una disciplina que siempre se estudia al final de la carrera musical. Se vino un tanto arriba, o quizá no tanto. Tenía dos antecedentes artísticos muy directos: su abuela Mercedes Muñoz-Seca de Ariza fue compositora y su bisabuelo, Pedro Muñoz-Seca, fue un reconocido escritor de teatro y autor de La venganza de Don Mendo, una de las obras más representadas en España. También podía haber sido notario, como su padre, pero no. «Pensaba en música las 24 horas del día. De los fantásticos profesores que tuve en el Conservatorio de Guadalajara hay uno que cambió mi vida: el pianista Miguel Ángel Ortega Chavaldas. Se volcaba con todos sus alumnos, fue un apoyo constante y una inspiración. No estaría donde estoy sin él». 

A partir de ahí, su carrera estaba más que lanzada. Estudió el Superior de música en el Conservatorio de Salamanca y potenció su formación en la Royal Academy of Music de Londres -reservada para unos pocos elegidos- y en la Academia Franz Liszt de Budapest. Su estallido musical lo tuvo ya en EEUU. Fue becado en el exclusivo Berklee College of Music, de donde salió con el Richard Levy Award, el máximo galardón que concede esta institución. «El gran cambio fue ir a formarme a Boston. Hasta entonces había estudiado piano clásico, y en Berklee fue la primera vez que me adentré en la composición, en un entorno donde se tocaban todos los estilos: clásica, hip hop, electrónica, jazz... Fue una explosión de influencias que cambió por completo mi manera de entender la música». 

Dentro de su vena artística, Arturo también se ha visto tentado por la dirección cinematográfica. Ha llegado a grabar dos cortos y los primeros pasos en la industria del cine los dio trabajando para otros compositores. En 2015 vio la luz su primer gran proyecto: Chiamatemi Francesco (Llámame Francisco), una película sobre el Papa que tuvo un gran éxito en Italia con el tango como motivo principal de la banda sonora. Después vinieron In a Heartbeat, un fenómeno viral con más de 50 millones de visualizaciones en YouTube, y Buñuel en el laberinto de las tortugas, calificada como «la banda sonora del año» por la compañía estadounidense de entretenimiento The Wrap. Su última criatura ha sido Dragonkeeper: guardiana de dragones, que le ha llevado, por segunda vez -la primera fue por Buñuel-, a estar nominado a los Goya a Mejor Banda Sonora Original. Dragonkeeper es la primera coproducción oficial entre España y China y tuvo que enfrentarse a la censura. «La primera respuesta fue que la música «sonaba japonesa», lo cual no es bien recibido en China. Entramos en pánico porque no sabíamos si se referían al tema principal, que estaba en toda la película. Por suerte, nos indicaron un momento concreto de un par de minutos. Era sólo una escena de persecución. Lo ajustamos y listo».

Con Arturo Cardelús acabamos charlando del Real Madrid. «Aunque la temporada no vaya del todo bien, lo que ha hecho el equipo en la última década ha sido glorioso». Se da la paradoja de que su abuela, Mercedes Muñoz-Seca, compuso en 1965 uno de los himnos del Atlético de Madrid: «Rey de la furia española, club altivo y generoso/eres de España aureola y del fútbol el coloso». La letra quedó registrada a nombre de uno de los hijos de doña Mercedes -Arturo María Cardelús Muñoz-Seca- y en la orquestación colaboró el mítico compositor José Pagán López. Su nieto Arturo, madridista confeso, recibiría con gran agrado un encargo de su equipo del alma para componer una partitura adaptada a los nuevos tiempos. Sería algo épico, como el himno de la Décima, que es «una obra maestra con una estructura maravillosa». 

En estos momentos, está sumergido en una nueva película en EEUU de la que no puede dar detalles y, en España, está inmerso en la banda sonora de Palabras de caramelo, de Salvador Simón, el director con el que más ha colaborado. Le dejamos en pleno proceso creativo, aislado durante muchas horas y con la compañía del ajedrez. «Es muy difícil encontrar buenas ideas con distracciones constantes. Una vez tengo material, ya puedo estar más presente en el día a día, pero al principio es clave el aislamiento».