Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


El suicidio colectivo

14/09/2023

En Uganda, más de 500 personas murieron en el suicidio colectivo de una secta apocalíptica llamada Restauración de los Diez Mandamientos. En Guyana se suicidaron 909 miembros de la secta Templo del Pueblo. En Uganda y en Guyana nos sorprendimos ante las creencias y la defensa de planteamientos tan disparatados que llevan a las personas hasta el extremo de la autodestrucción. 
Hace solamente dos meses, Sánchez, el líder, manifestaba expresamente la imposibilidad de aplicar cualquier amnistía por la evidente falta de encaje constitucional, en contra de rendir el Estado de derecho frente a los independentistas catalanes. Ahí está la hemeroteca que lo constata. Entonces, todos sus seguidores, simpatizantes, acólitos, votantes y afiliados aplaudían efusivamente tan sabio y razonable planteamiento. Hoy, solo dos meses después, Sánchez, para mantenerse como sea en el poder, hace encaje de bolillos para justificar el planteamiento totalmente opuesto en busca de los votos necesarios del prófugo Puigdemont, y todos sus seguidores, simpatizantes, acólitos, votantes y afiliados aplauden efusivamente tan sabio y razonable planteamiento. 
Sin capacidad de razonar, los palmeros se doblegan de nuevo permitiendo la perversión del líder en la búsqueda a ultranza del poder, facilitando la degeneración política que implica la corruptela anticonstitucional más execrable que, en este caso, se reitera peligrosamente en contra de la soberanía nacional, contra la Justicia española y, en definitiva, contra el Estado de derecho, con apoyo en los eslabones de los partidos políticos que defienden supuestas diferencias étnicas y privilegios oligárquicos y medievales. Los palmeros han asumido el suicidio colectivo y ya no exigen nada a su líder, ni excelencia, ni lealtad institucional, ni respeto a la Constitución, ni acuerdos y altura de miras en el ejercicio del poder. 
Cada ser humano debe ser libre para creer en lo que quiera, pero sin renunciar a su espíritu crítico, a poner en tela de juicio los sistemas de creencias que nos venden, sin renunciar al método científico que cuestiona los dogmas y el criterio de autoridad, y que permite sociedades más libres. El escepticismo, la duda y la razón es lo único que puede salvaguardarnos de la irracionalidad destructiva de las sectas. No debemos olvidar que, en la forja del sectario, en los mecanismos de adoctrinamiento, es clave esencial un liderazgo fuerte, sin prejuicios y sin escrúpulos, que habitualmente se sustenta en el discurso ortodoxo, la manipulación de la información, el control de los símbolos, el neolenguaje, la ignorancia, el sentimiento de pertenencia al grupo o la sopa boba. 
En la psicología sectaria es esencial que el acólito desarrolle una nueva identidad en la que la doctrina a seguir es el programa que el líder difunda en cada momento. Y no existen matices sobre la verdad. Todo es blanco o negro, bueno o malo. Todos los demás están equivocados, lo que en el lenguaje sectario del supuesto que nos ocupa se traduce en que todos los demás son unos fachas.