Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Ya me encargo yo

28/08/2021

Era un viernes de agosto de 2014. El día 22, para más señas. En plena Aste Nagusia, José Garrido se encerró con una novillada de El Parralejo programada en las Corridas Generales de Bilbao. Llovió buena parte del festejo con ese fenómeno tan típico del norte que en algunos sitios llaman chirimiri y en otros txirimiri, con su castellanización en sirimiri. Vista Alegre consagró al extremeño, que dio un recital novilleril de recursos y solvencia. A Garrido le acompañó por la puerta grande el mayoral de la ganadería. 

Las corridas matinales invitan a echar un trago después, que en Bilbao va unido a la cultura del pintxo. La calle Ledesma fue el sitio. Es de esos lugares que te permiten ir de una tasca a otra, cambiar y comparar, disfrutar sin apenas moverte. El Laurel en Logroño es el paradigma. Lo de la mañana, fue la excusa -bien justificada después- de lo de la tarde. Toreaba Fandiño. De esos días que daba igual con quién completara el cartel. En su tierra y en la Semana Grande. Poco más se podía pedir. Los toros fueron de Jandilla y salieron malos. Nada que reseñar. Fandiño dio la cara, pero falló con la espada. 

Antes de empezar la corrida, ya dentro de la plaza, me topé con Néstor García, el inseparable apoderado del torero de Orduña. Cruzamos un saludo rápido, un apretón de manos y unas breves palabras. En ese momento, alapoderado se le pasan incluso más fotogramas por segundo que al propio matador y es imposible analizar el estado de un hombre que hubiera dado la vida por Iván. Recuerdo el sitio y el rostro de Néstor, una expresión que me ha devuelto estos días cuando ha hablado de uno de los hitos de su carrera: «Hace 16 años pasábamos por aquí para tomar la alternativa en tu Bilbao. Pocos creíamos en ti, y ahora todo el que pase por esa puerta tendrá que recordar que hubo un hombre que marcó la historia». Ese hombre es Iván Fandiño, todavía en la memoria de muchos y en el olvido de los que jamás se lo pusieron fácil. 

Néstor te puede gustar más o menos, pero tiene la virtud de hablar claro. Dice lo que piensa sin adornos. Cumplidos cuatro años de la muerte de Iván, anda retirado de un mundo que conoce bien y del que se alejó cuando se llevó lo que más quería. De ahí que su análisis tenga la independencia suficiente y el respaldo de haber vivido las entrañas de un sistema al que la pandemia ha descubierto sus miserias. Al hilo de la cacicada de Gijón, la receta de Néstor García es rotunda: «Medidas drásticas, unión, menos ligas, menos trincones y más cojones. Pero claro, esto dejará sin beneficios a esos pocos que llevan décadas oprimiendo el toreo para su beneficio. Por ello, vaticino que no ocurrirá». Amén.

En Guadalajara, en el Gobierno municipal, andan estos días tratando de adornar la suspensión de la feria taurina. Hay una concejala de festejos, que se llama Sara Simón, que en un pleno de mayo, con gran altanería y displicencia, dijo: «Habrá una buena feria, de eso ya me encargo yo ». Soberbio gol en propia puerta con varias consideraciones. El pliego que sacaron fue tan chapucero como desconocedor de la realidad. Mal redactado y repleto de aspectos tan subjetivos -ganaderías toristas, sin aclarar más- como difíciles de cumplir. Y no solo eso. En este Gobierno del marketing, se despistaron entre el anuncio del anuncio y perdieron más de cinco semanas para luego publicar un pliego que nació tan muerto como precipitado. Así las cosas, Sara Simón se ha parafraseado ella solita: «De dar la puntilla a la feria taurina de Guadalajara, ya me encargo yo». ¿Y la respuesta? Vuelvan a la receta de Néstor.