Juan Bravo

BAJO EL VOLCÁN

Juan Bravo


Pascal

02/07/2023

Recién cumplido el cuarto centenario del nacimiento de Pascal, uno no puede menos de rememorar aquellos años de la adolescencia de nuestra generación en que su obra Pensamientos era materia obligada. Hoy que, por motivos en los que no voy a entrar, y pese a que filosofía y ciencia empírica van más de la mano que nunca, su nombre permanece un tanto relegado, me parece oportuno sacarlo a colación. 
Fue Pascal uno de esos genios, como Jesucristo, Alejandro Magno, Rafael  Sanzio, Mozart, Van Gogh, Lorca, Che Guevara, fallecidos antes de los cuarenta, y  cuya breve pero intensa trayectoria permite plantearse la incógnita de hasta dónde habrían llegado si hubieran podido alcanzar el umbral de la vejez.
Es curioso que Pascal, conjugara en su persona al matemático, el físico, el teólogo, el apologista, el filósofo, etc. Una vocación poliédrica como la de su ilustre antecesor, Leonardo da Vinci; con la diferencia de que, como individuo moderno, su visión del mundo pasa de la trascendencia a la inmanencia, hasta el punto de ser considerado hoy en día uno de los padres del existencialismo, y de ejercer una influencia decisiva sobre Kierkegaard y Nietzsche.
 En sus Pensamientos, hay textos que podrían haber sido escritos por Camus. "Yo no sé quién me ha puesto en el mundo, ni qué es el mundo, ni qué soy yo; me encuentro en una terrible ignorancia de todas estas cosas; no sé lo que es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma, ni siquiera esta parte de mi yo que piensa lo que digo, que reflexiona sobre todo y sobre sí misma y que no se conoce a sí misma mejor que el resto. Veo estos terribles espacios del universo que me envuelven, y me encuentro atado a un rincón de esta vasta extensión, sin que sepa por qué estoy situado en este lugar y no en otro, ni por qué este poco tiempo que me ha sido concedido para vivir me ha sido asignado en este momento y no en otro de toda la eternidad que me ha precedido y de toda la que me sigue. No veo más que infinitudes por todas partes que me envuelven como a un átomo y como a una sombra que no dura más que un instante sin retorno. Todo lo que yo sé es que debo morir pronto; pero lo que más ignoro es, precisamente, esa muerte que no sabré evitar. Como no sé de dónde vengo, tampoco sé a dónde voy; y sólo sé que al salir de este mundo caeré para siempre o en la nada, o en las manos de Dios irritado, sin saber a cuál de estas dos condiciones debo estar eternamente sujeto. He aquí mi estado, lleno de debilidad e incertidumbre".
Preguntas esenciales que se tornan más angustiosas a medida que la Ciencia, por cada evidencia que deja al descubierto, nos descubre la inmensidad de lo que queda por saber, empezando por lo infinito del cosmos. Nada extraño que un ser inquieto como Ionesco dejara escritas frases lapidarias como «cuanto más lúcido, más desesperado». Pasar del Mito a la Ciencia es la gran tragedia de la condición humana; tanto como tomar conciencia de la grandeza y la miseria del hombre, a quien Pascal compara, en metáfora celebérrima, con una 'caña pensante': «El hombre es solamente una caña, la cosa más frágil de la naturaleza, pero una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para aplastarlo: un soplo de viento o una gota de agua bastan para destruirlo. Pero incluso cuando el universo lo aplastase, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata. Porque sabe que muere, mientras que el universo no sabe nada de eso». 
Por fortuna, contamos, como muy bien pone de relieve Pascal, con el divertimento (en el sentido de diversión y entretenimiento), gracias al cual logra paliar lo trágico de su condición y la certeza de que la muerte está ahí, con la guadaña, esperando. Preguntas, la mayoría sin respuesta, que suponen una llamada a la modestia, a la humildad y al equilibrio. Pocos libros tan hermosos e instructivos como éste, que, junto con los Ensayos de Montaigne, abren los postigos del cuarto oscuro en que durante la Edad Media había vivido Europa.

ARCHIVADO EN: Ciencia, Lorca, Adolescencia, Mozart