Galicia, 'mon amour'

Pilar Cernuda
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Los resultados de los comicios regionales, los primeros tras el 23-J, servirán para juzgar a los líderes nacionales a través de sus candidatos

Galicia, ‘mon amour’

Todos quieren a Galicia, le dedican su tiempo libre, han despejado la agenda de las dos próximas semanas para recorrerla y presentar sus propuestas para mejorar la vida de los gallegos. Galicia mon amor. 

Son las primeras elecciones tras la cita del 23-J, una fecha que no fue buena para nadie. Ganó los comicios Alberto Núñez Feijóo, pero necesitó a los de Santiago Abascal para gobernar, y Vox no es un partido por el que el PP sienta una atracción irresistible. El PSOE no venció, aunque Pedro Sánchez hizo cuentas esa noche y en cuanto vio que podía gobernar si sumaba todos los escaños no pertenecientes a populares y derechistas, se puso a la tarea en una compraventa de votos que ha provocado la situación más incómoda, y polémica, de la reciente historia de España.

Sánchez necesita un buen resultado en Galicia para superar las tensiones internas que vive su formación y el cuestionamiento de su figura. Pero sobre todo, para fortalecer su liderazgo, porque incluso los más leales empiezan a cuestionar sus políticas: los socialistas no han ganado ningunas elecciones desde las generales del 2019. 

Ha asumido que el BNG volverá a ganarle, y su objetivo es ser segunda fuerza y que, con el bloque nacionalista, pueda desalojar al PP de la Xunta. 

Una auténtica dirigente

Lo primero es difícil, el BNG está fuerte, entre otras razones, por la debilidad del PSdeG. En cambio, en función de la campaña, sí podría darse el escenario de que la suma fuera mayor que la del PP -todos los sondeos dejan a Vox fuera del Parlamento- y se forme un Gobierno de izquierda. Ese Ejecutivo, de conseguir la mayoría necesaria, tendría a la candidata del BNG, Ana Pontón, como presidenta si se cumple lo que auguran las encuestas, que el partido nacionalista dejaría muy atrás a los del PSdeG. 

Pontón lleva 20 años en política, siempre en el BNG, pero ha tenido la inteligencia de hacer cambios importantes en el partido, con renovación de sus figuras y moderación en las posiciones políticas y también en el comportamiento. Se ha convertido en una líder que cuida las formas y los detalles, es buena negociadora y con las ideas muy claras. Yolanda Díaz ha intentado un acercamiento con ella después de haber utilizado ese grupo para su promoción personal, pero Pontón no quiso saber nada de alianzas. 

Pablo Iglesias -traicionado por Díaz- ha pedido a los seguidores de Podemos que voten al BNG. La puntilla para Sumar, que solo aspira a representación parlamentaria.

Tardó mucho Díaz en conseguir aspirante para la Xunta, todas las propuestas que hizo tuvieron respuesta negativa, hasta que no tuvo más remedio que indicar a la portavoz parlamentaria de Sumar en el Congreso, Marta Lois, que aceptara. Lo hizo, y pretende hacer creer que está muy ilusionada con su candidatura, cuando es vox populi que se resistió todo lo que pudo, prefería mantener su escaño en el Congreso con la portavocía. Para la ministra de Trabajo, un mal resultado en Galicia sería un fracaso difícil de sobrellevar, su figura se devaluaría de forma automática y, con ella, Sumar.

Su plataforma vive momentos difíciles. Desde julio ha perdido la mitad de los partidos que formaron parte del suyo cuando se fundó. Ha dejado en el camino los cinco escaños de Podemos, ahora cuatro porque la decisión de Lilith Verstrynge de renunciar a la política hizo que su escaño fuera a manos de En Comú. Pero Sumar ha perdido fuerza ante Sánchez. Díaz ya la había perdido en Galicia como se ha visto en la falta de votos el 23 de julio, pero si el 18 de febrero no consigue al menos un par de escaños en el Parlamento del Hórreo, su carrera entrará en un declive.

La cita en las urnas tiene una importante repercusión nacional, de ahí que todos los líderes estén volcados en la campaña. Este fin de semana se encontraron en la región Sánchez, Feijóo, Abascal y Díaz. Para todos ellos, Galicia se ha convertido en la comunidad más importante, la que hay que atender y querer. El candidato del PSdeG, José Ramón Besteiro, sale con el inconveniente de que es el menos conocido de todos los que se presentan, aunque fue presidente de la Diputación de Lugo durante muchos años. Secretario general de los socialistas gallegos, Sánchez lo destinó la pasada primavera a la Delegación del Gobierno, donde permaneció solo unos meses porque es diputado desde el 23-J.

Solo el aspirante de Vox es más anonimo. Por no decir que se trata de un auténtico desconocido. Abascal tuvo dificultades para encontrar quien se presentara a la Xunta, hasta que logró la aceptación de Álvaro Díaz Mella, un prejubilado de Telefónica de Vigo que en las últimas municipales tuvo un resultado irrelevante. Sin embargo, el puñado de votos que pueda lograr, que en ningún caso darían un escaño a Vox, quizá impida la mayoría absoluta de Alfonso Rueda. 

Como ocurre con el peculiar alcalde de Orense, Díaz Jácome y su partido Democracia Ourensana. Con más posibilidades que Vox de lograr un parlamentario, es una china en el zapato de la mayoría absoluta que necesita el PP.

La campaña de la necesidad

El PSOE basa la campaña en la necesidad de parar a Feijóo en Galicia para debilitarle en España. En cierto sentido, tiene razón. Si el líder de la oposición no revalida a través de Rueda su mayoría absoluta, la izquierda encontrará el eslogan de campaña nacional: a Feijóo no lo votan ni en su tierra. Pero también podría decirse de Sánchez que Galicia ha revalidado lo mismo que el resto de España: que es un lastre para el PSOE, porque sus candidatos han recibido el rechazo que iba dirigido directamente a él.

En todas las elecciones gallegas se ha insistido en la relevancia que tenía esa región para el PP en el escenario nacional. Durante años ha sido el bastión popular, casi el único hasta que Valencia, Madrid y Andalucía se han convertido también en autonomías de referencia para el partido que fundó Fraga, el presidente que más marcó la Galicia de finales del siglo XX y principios del XXI. Hasta que llegó Feijóo con sus cinco mayorías absolutas.

Al dirigente popular se le juzgará a través de Rueda. Pero también a Sánchez en la figura de Besteiro. Con una diferencia: el PP está con Feijóo y las dudas sobre su liderazgo sin mínimas. En cambio, en el PSOE, si el resultado no es bueno, el futuro se complica para el presidente. Por las tensiones internas y porque millones de españoles claman por el relevo en el Ejecutivo.