"A ver si podemos traer a 20 niños al año que viene"

Beatriz Palancar Ruiz
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La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Guadalajara está a punto de despedir a los 13 niños que han estado disfrutando del verano en la provincia gracias al programa 'Vacaciones en paz' que apoyan Diputación y Ayuntamiento de Guadalajara

Andrés Jambrina es presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Guadalajara. - Foto: Javier Pozo

Aunque sólo lleva cinco meses al frente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui pero Andrés Jambrina (León, 1954) está dispuesto a revitalizar el colectivo para devolver al programa de 'Vacaciones en Paz', que trae a niños saharaui a pasar el verano a España, al lugar que tuvo hace dos décadas, con la participación de muchas familias de la provincia, hasta un centenar, y la colaboración de bastantes ayuntamientos. Para conseguir esta meta, la Junta directiva que preside Andrés quiere dar más visibilidad al colectivo para, en el plazo de un año, recuperar el número de niños saharauis que venían a disfrutar del verano en Guadalajara antes de la pandemia. 

¿Cuánto tiempo lleva como presidente al frente de la asociación?
Cinco meses. En la asociación, la gente está porque está interesada o porque ha traído niños del Sahara acogidos en verano. Llegó un momento en el que la Junta anterior no podía seguir y tuvimos que improvisar una nueva. Los que habíamos acogido el año anterior, nos hicimos cargo de la asociación. Fue todo un poco precipitado pero las cosas no han salido mal del todo.

¿Cómo ha transcurrido este segundo año del programa 'Vacaciones en Paz' después de la pandemia?
El año pasado, que fue el primero después de la pandemia, vinieron nueve niños a Guadalajara, pero hay que tener en cuenta que hace 20 años venían 100, y, este año, teníamos 15 familias preparadas y, al final, solamente vinieron 13 niños. No ha ido mal, a pesar de que la junta nueva hemos tenido poco tiempo para publicitar la campaña. Habíamos conseguido 15 familias cuando, en general, en España, ha bajado mucho el interés por el tema de la acogida de niños. Nosotros habíamos pasado de nueve a 15 porque es el dinero con el que contábamos. Hay que tener en cuenta que nosotros pagamos todos los gastos del viaje del niño, que es el grueso, y hay que contar con el poco dinero que tenemos porque muchos ayuntamientos se retiraron de subvencionarnos y tenemos el dinero justito. Vamos a ver si, poco a poco, recuperamos y conseguimos ir incrementando traer niños. 

Andrés Jambrina es presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Guadalajara.Andrés Jambrina es presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Guadalajara. - Foto: Javier Pozo

Inicialmente, estaba previsto que vinieran 15 niños a Guadalajara y, finalmente, vinieron 13, ¿por qué no han podido venir todos los niños previstos desde el Sahara?
Es el primer año que faltan tantos niños en la región. El niño puede estar enfermo ese día o no estar en casa cuando lo van a recoger, pero en Castilla-La Mancha faltaron, concretamente, 14 niños. Bastantes niños. Las causas que nos dan a nosotros es que estaban ausentes cuando fueron a recogerles o alguno que se negó a venir, pero la principal causa es que estaban ausentes. Nosotros no sabemos si es real porque les recogemos cuando llegan a España. 

Tras la pandemia, ¿hay alguna medida que haya cambiado por cuestiones sanitarias por el Covid-19?
El año pasado, sí que hubo un poco de prevención e interés por saber si estaban vacunados y si habían pasado el Covid, por conocer en qué situación sanitaria estaban. Ha ido pasando el tiempo y, ahora, prácticamente nadie se acuerda de eso. Los niños que vienen están relativamente sanos, en general no tienen problemas. El único a reseñar es que vienen con la dentadura mal y hacemos lo que se puede durante esos dos meses. 

¿Es complicado encontrar familias para la acogida de verano?
Sí, es complicado, aquí en Guadalajara y, por lo que he podido hablar con los demás, en toda España, está complicado. Hay mucha gente que sigue pero hay gente nueva que es reacia. Ten en cuenta que esto condiciona las vacaciones de las familias y, eso, dado el momento en el que vivimos, que todo el mundo está deseando coger vacaciones y que nadie les moleste, complica la situación. Las familias, cada vez, se lo piensan más. 

Andrés Jambrina es presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Guadalajara.Andrés Jambrina es presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Guadalajara. - Foto: Javier Pozo

¿Cuáles son los requisitos que tiene que tener una familia para acoger?
En principio, cualquier familia puede. Nosotros pedimos certificados de penales y de delitos sexuales como primer requisito para hacer una criba y, después, tenemos una entrevista con ellos. Sí pedimos, porque ahora hay mucha diversidad de familias, que se pongan en contacto con gente que tenga niños para procurar que el niño esté en contacto con otros menores, a poder ser que no sean saharauis, para que se sienta más entre iguales. Normalmente, las familias conocen el programa y son conscientes en lo que se van a meter y no hemos tenido problemas después de la adaptación de los 15 primeros días. El roce hace el cariño y todos se van con muchos abrazos y entre lágrimas. 

¿Y cuál es el perfil de los niños y niñas que viajan hasta España?
La edad ha ido bajando. Empezando viniendo con 11 años y, ahora, vienen con siete años. El mismo niño viene durante tres años, si es posible, a la misma familia, tres veranos. No sabemos cómo los escogen en el Sahara. Nos dicen que en función de las notas, y vienen todo tipo de niños y niñas. Si hay alguno que tiene alguna deficiencia, como tiene un tratamiento especial, se busca una familia que, sabiéndolo, le tenga en acogida. Porque nadie escoge el niño que le toca, va por lista y no se elige. Sólo se tiene en cuenta si el niño tiene alguna deficiencia que hay que tratar específicamente aquí, entonces sí que hay que buscar a una familia que requiera hacerse capaz de hacerse cargo de ese niño porque requiere mucho tiempo o muchas visitas al hospital, pero esos casos son muy pocos.

¿Cuáles son los cuidados médicos que reciben los niños durante su estancia en acogida?
A todos los niños, les damos de alta en la Consejería de Sanidad, tienen su tarjeta sanitaria, y se va a su pediatra para que le haga un chequeo y analítica. Si hay algún problema, procuramos llevarle al especialista correspondiente. En el caso del odontólogo, es general, al igual que el oculista. Por decirlo de alguna manera, eso sería lo obligatorio. Lo demás, dependerá de lo que nos diga el pediatra si hay que ver a otro especialista, necesita alguna medicación o nos da las pautas para saber si es necesario completar el perfil sanitario del niño. 

Con su asociación colaboran el Ayuntamiento y la Diputación de Guadalajara, ¿qué otras entidades les prestan su colaboración?
Después de la pandemia, nos hemos encontrado que solo tenemos subvención de la Diputación de Guadalajara y del Ayuntamiento de la capital. Estamos preparando un plan para visitar a otros ayuntamientos y ver qué posibilidades tenemos de incrementar esas subvenciones o ayudas. Solamente podemos traer a un niño si tenemos dinero porque hay que pagar todos los viajes. Eso significa que si conseguimos que más ayuntamientos nos puedan subvencionar algo, podríamos tener más niños. Queremos recuperar a los ayuntamientos que históricamente han aportado, han subvencionado esta actividad, para que nos ayuden un poco. ¿Hasta dónde llegaremos? Pretendemos llegar a toda la provincia de Guadalajara. En función de que podamos incrementar eso, tendremos más dinero para traer a más niños. Y también estamos viendo la posibilidad de hacer algún concierto o venta de artículos para tener un dinero propio. Hay que tener en cuenta que si, este año, hemos pasado de nueve a 15, a ver si podemos conseguir traer a 20 niños al año que viene con el dinero que contemos. Antes de la pandemia, estábamos entre 24 y 27 niños, si llegamos a ese número volveremos a un número normal. Tenemos que ser capaces de conseguir el dinero y encontrar familias. Si en dos o tres años, conseguimos entre 25 o 30 niños, podríamos ver si hemos conseguido los objetivos para seguir después incrementando.

¿Con cuántos socios cuenta su colectivo y si ha disminuido o se mantiene en los últimos años?
La asociación llegó a un pico de 270 socios bastante antes de la pandemia. Pero en 2019, había algo más de 100 y, ahora, que hemos pasado la primera cuota de 25 euros al semestre, hemos comprobado que estaremos entre los 90 y 100 socios activos. También tenemos que ver la posibilidad de incrementarlos.

¿Por qué ha ido decreciendo el número de niños que han venido en los últimos veranos?
El perfil de las familias que viven en Guadalajara ha ido variando también. Algunas residen en Madrid y otras que lo hacen en Guadalajara capital se trasladan a pasar las vacaciones al pueblo y empieza a ser complicado. Al cambiar el perfil de familias y de residentes en la provincia, ha habido menos interés o se han ido poniendo más pegas a la hora de acoger a un niño. Vamos a ver si, poco a poco, podemos revertirlo porque en algunos de los pueblos a los que ha ido un niño saharaui, ha sido de los cinco o seis niños que había allí. Estos niños son muy abiertos y colaborativos . Enseguida la gente les coge cariño. Vamos a ver si revertimos esa idea de tener a los niños como una carga y que se vea como algo interesante para las familias y, si tienen hijos, más todavía porque les hace abrirse mucho.

Desde su experiencia personal, ¿qué mensaje trasladaría a un guadalajareño que quiera formar parte de su colectivo o que esté pensando en acoger para el próximo año?
El año pasado, por primera vez, acogí a un niño y, por eso, estaba en la asociación. Yo estoy encantado. El del año pasado, no pudo venir y he acogido a Mohamed, que tiene ocho años, y toda la familia y mi entorno están encantados. Creo que es algo que te mueve y que te saca de tu zona de confort. Entra en tu casa una persona con otras costumbres y que no te entiende al principio y tú tampoco a él, te hace espabilarte, moverte, pensar en otras cosas, comunicarte y moverte de otras maneras. En suma, te hace pensar que el mundo no es solamente lo que tenemos alrededor nuestro y que hay gente que ve la vida de otra manera. Y a los niños les abre la cabeza porque ven otra manera de relacionarse y le hace evolucionar mucho al niño. Estoy muy contento tanto con el del año pasado como con Mohamed. Son niños que se pasan la vida como antes, en la calle, corriendo y saltando, es distinto a los niños de ahora que están acostumbrados a las pantallas y a estar en casa. Están todo el día jugando. Me gustaría animar a las familias porque, para los que tienen hijos, es algo que les va a venir muy bien, es una cosa fantástica, porque los niños van a aprender otro mundo, y al resto de familias también les viene muy bien, y a los niños ni te cuento. Ojalá que al año que viene podamos incrementar el número de familias. 

Imagino que están apenados porque se marchan en muy pocos días, ¿no es así?
Efectivamente, el día 29 se irán todos. En nuestro caso, tenemos que llevarles al aeropuerto de Alicante y al mediodía se irán. De todas formas, ahora no es como antes, que se iban y no tenías apenas contacto. Ahora, tienen redes y se puede hablar con ellos a diario. En general, los niños mantienen el contacto con las familias españolas al igual que lo mantenemos ahora que están aquí. Se van para un año y te da un poco de pena pero es ley de vida y tienen que ir con su familia.

¿Cómo valoran desde su colectivo por las relaciones que se mantienen desde España con el pueblo saharaui y con Marruecos?
Es complejo hablar de eso. Uno de los objetivos de la asociación es ayudar en todo lo posible al pueblo saharaui, que no tiene ningún problema con los españoles y las familias. El único problema que podríamos tener es que todas las comunicaciones pasan por Argelia y sus reacciones podían dificultar que este programa siguiera adelante. Parece que la cosa se ha arreglado pero ¿tendremos problemas en un futuro? Seguramente, si esto sigue así, va evolucionando y a los saharauis tratan de asfixiarnos cada vez un poco más. Nosotros, a nivel de la asociación, estamos preocupados porque esta gente hace 50 años eran españoles. Ahí están y vamos a ver qué podemos hacer. Hasta ahora, no se ha podido hacer mucho pero en la práctica no ha surtido mucho efecto. Vamos a ver qué pasa porque las relaciones del Gobierno van cambiando y a ver en qué queda.