Toledo es una ciudad prolífica en leyendas, pero existen otros lugares con leyendas más remotas. Toledo es una ciudad con más de cuatro mil años, pero hay otras con seis mil o más años. Una de esas es Mardin (Turquía) entre el rio Tigris y el Éufrates, el territorio donde, se cuenta, todo comenzó para la humanidad. Cercano a Mardin se ha encontrado un yacimiento, Gobeklitepe, que revolucionará nuestra visión de la humanidad y su historia. Su construcción se sitúa entre los doce mil o catorce mil años. Y en Mardin se reproduce la leyenda de la «Princesa Serpiente» porque fue el lugar donde vivió.
Cuenta la leyenda que un joven extraviado en el bosque cayó en una cueva y sus amigos lo abandonaron. El joven empezó a deambular hasta desembocar en un jardín mágico, un paraíso «místico», habitado por pájaros y serpientes multicolores. Gobernaba aquel lugar de fantasía Shahaman: cabeza de mujer, cuerpo de mujer, parte inferior de serpiente. El joven Camash y Shahaman se enamoraron irracionalmente. Pero la felicidad y las maravillas suelen ser pasajeras. El joven Camash sintió nostalgia de los humanos y volvió a ellos, -ingenuo- con el compromiso de no revelar los secretos ni el lugar donde habitaba la sugestiva Princesa Serpiente. Pasado el tiempo el joven demostró unos conocimientos únicos lo que le permitió instalarse en la corte. El monarca enfermó de gravedad sin que los remedios aplicados sirvieran. Algún chamán avispado sugirió la solución: comer el cuerpo de Shahaman. Pero nadie sabía dónde estaba, aunque no tardaron en recaer las sospechas en Camash. Torturado brutalmente, terminó revelando el lugar donde habitaba la Princesa. Fue capturada y antes de morir, la propia Shahaman reveló que quien comiera su cuerpo, viviría y quien comiera su cabeza, moriría. Solo que era una argucia de serpiente. El monarca y su visir comieron el cuerpo de la Princesa y murieron. Camash comió la cabeza y toda la sabiduría y el amor desbocado de Shahaman paso a él. Arrepentido de su traición decidió vagar por los mundos variados contando sus saberes, sus conocimientos y su amor dilapidado.
La leyenda la comparten las mitologías de Turquía, Irán, Irak, Armenia, el Kurdistán. La leyenda se encarnó en versiones cristianizadas en San Jorge y el dragón, que se extienden desde España hasta el Brasil. Las leyendas de Toledo son más domésticas.