Inma Rubiales

Inma Rubiales

@inmaarv

Escritora y fenómeno en redes


El amor está por todas partes

20/05/2025

En una sociedad aparentemente marcada por el odio y el individualismo, yo sigo viendo el amor por todas partes. Lo veo en los extraños que se agachan para saludar a cada perrito que se cruzan por la calle. En los que siempre tienen una palabra de ánimo, se quedan esperándote cuando te retrasas aunque el resto del grupo siga avanzando, y te miran a los ojos y te preguntan «¿qué ibas a decir?» cuando alguien te interrumpe y creías que ya habías perdido la oportunidad de hablar. Son los mismos que recuerdan que tomas el café con solo medio sobre de azúcar, que las flores te dan alergia y que te genera cierta inseguridad ponerte camisetas de tirantes, así que te dedican una sonrisa de ánimo cada vez que te ven con ellas. El amor está en los amigos que acuden en tu busca cuando has tenido un mal día, en las noches de insomnio que se llenan de risas, en tender la ropa de tu compañera de piso porque se ha ido corriendo al trabajo, se le ha olvidado vaciar la lavadora y no quieres que todo le huela a humedad. Son conocer las comidas favoritas y los horarios de clase, trabajo y sueño de la otra persona. El amor es tu abuelo preparándote ese pastel de carne que tanto te gusta y animándote a coger un trozo más aunque ya lleves tres. Es tu abuela pasándote dinero a escondidas por debajo de la mesa. Es tu vecina María recogiendo por ti ese pedido de libros que hiciste hace una semana y habría vuelto al almacén de no haber sido por ella. Es ese pasajero que se baja del taxi y le desea un buen día al conductor. Es tu hermano poniéndote los peores cubiertos en la mesa pero estando dispuesto a sacarse un riñón por ti. Es esa niña pequeña sonriéndote por la calle. Es tu mascota esperando para recibirte en casa después de un largo día de trabajo. Eres tú siendo su persona favorita en el mundo.
El amor son las listas de reproducción hechas a medida, los «he visto esto y me ha recordado a ti», las flores compradas de último minuto, las carreras junto al metro para alargar las despedidas, el «me encanta el vestido que llevas, ¿de dónde es?» que me atreví a decirle educadamente a una desconocida el otro día; el amor está en las puestas de sol compartidas, en la nostalgia e incluso en las sonrisas tímidas que se intercambian en los supermercados. El ser humano es social por naturaleza y el amor y la amabilidad están presentes en cada rincón, y necesitamos que lo sigan estando, sobre todo en tiempos como estos en los que la maldad hace tanto ruido.
Qué fácil es regalar una buena palabra, un buen gesto o una mirada de comprensión y cuán triste me parece que nos hayan enseñado a reprimirlos. Hemos aprendido a ir cada uno por nuestro lado y fingir que las vidas de los demás no nos importan. ¿Cuántas veces hemos admirado en secreto el sentido del humor, la inteligencia o la ambición de alguien? Y no se lo hemos dicho porque «¿para qué?». Qué dispuestos estamos siempre a quejarnos en voz alta y sacarle la puntillita a todo y qué poco nos cuesta contenernos cuando se trata de decir cosas buenas. En realidad no es tan difícil. Basta con forzar una sonrisa. Pronunciar un «gracias». Dar las buenas tardes. Desearle al trabajador del supermercado que tenga un buen día antes de marcharse. Verá que se quedan sorprendidos, que no están acostumbrados. Al principio ni siquiera hace falta que usted lo sienta de verdad. No tiene ni que volver a pensar otra vez en esa persona. Solo dígalo por educación. Intente ser amable. Y comience a prestar atención a lo que le rodea. Quizá entonces empiece a verlo. Al amor.

#TalentosEmergentes

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