Los ministros Calviño y Escrivá son ahora mismo el mejor ejemplo, si quieres arruinar años de eficaz y serio trabajo, en poco tiempo. No sólo en el plano de las relaciones con sus colaboradores, ambos han dejado por el camino a un número importante de ellos, sino también en el profesional. Llegaron al gobierno de Sánchez con un currículo de independientes con años de experiencia en el ámbito económico. Ella venía de Bruselas y él de presidir el organismo independiente de supervisión AIReF. Cada uno en su campo darían al presidente y al gobierno formado con Podemos una pátina de seriedad a inversores y observadores de las políticas de un gobierno que no generaba en principio mucho sosiego y tranquilidad.
Sin embargo, en demasiado poco tiempo, ambos se han convertido en la voz de su amo. Incluso me atrevería a decir que en algunos momentos su comportamiento, sus mentiras, sus acciones han sobrepasado al maestro. La vicepresidenta, por ejemplo, lleva meses intentando vendernos que vivimos en el mejor de los mundos, que somos los campeones de Europa, la guía en la que todos se fijan, en el milagro español. La última intervención en un mitin de campaña en Palma ha calificado de espectaculares los datos que ofrece el mercado de trabajo, obviando que se trabajan menos horas, que no contabilizan un millón de parados y que el trabajo se está repartiendo al aumentar exponencialmente las jornadas a tiempo parcial. De hecho, no hemos recuperado los niveles de riqueza prepandemia, somos los campeones del paro y los que más poder adquisitivo hemos perdido. Pero, si hablamos de los palos recibidos por la AIReF sobre sus previsiones de déficit público y el engaño a la Comisión Europea de 21.000 millones de gasto electoral, podemos decir que está cavando su tumba política.
Lo de Escrivá es también para nota. Hace apenas unos días mintió al Congreso asegurando que era un bulo del PP la necesidad de pedir cita previa para realizar gestiones en la Seguridad Social, lo que quedó demostrado por su propia Web. En las últimas horas se ha tenido que fajar para frenar la primera huelga de los funcionarios de la Seguridad Social. También el Banco de España ha dejado por escrito en su último informe que su "reforma" de las pensiones acabará restando miles de puestos de trabajo y en apenas 2 años volverá a necesitar una reforma, pero en serio. Por citar un ejemplo más, tampoco ha logrado su promesa de hacer llegar el Ingreso Mínimo Vital a todas las familias que dijo estar seguro de que lo necesitaban. Cada año desde su anuncio, el presupuesto destinado a esta partida deja centenares de millones de euros sin conceder.