La Audiencia Provincial de Madrid ha querido poner orden a un proceso que no solo camina por la senda judicial, sino en paralelo por el abrupto empedrado político. El levantamiento de la imputación al exconsejero del PP de Madrid y actual directivo de Instituto de Empresa, Juan José Güemes, y al rector de la Universidad Complutense, Joaquín Goyache, así como la delimitación del objeto de investigación en el caso de Begoña Gómez, y el aval a la citación de Pedro Sánchez como testigo —porque entiende que está motivado—, deben verse como un intento de centrar el foco de la causa.

La Audiencia Provincial considera «útil y pertinente» la investigación del juez Peinado. La resolución de la Sección 23 no exime en absoluto a Begoña Gómez de sospechas. La formulación en el auto de que habría utilizado «su proximidad al presidente del Gobierno» para «vender supuestos favores u ofrecer supuestas influencias», es una afirmación que retumba con fuerza.

El hecho de que algunas diligencias, como las ayudas a Air Europa, queden fuera del procedimiento, no elimina la posibilidad de que surjan nuevas causas. La Audiencia deja la puerta entreabierta a eventuales derivaciones si el juez halla indicios consistentes.

Con este panorama, no sorprende que desde el PP hayan elevado el nivel a cotas que desafían la contención institucional. Elías Bendodo ha dicho de Sánchez que está «inhabilitado», pero no por decisión judicial, sino por el cerco de «corrupción» que —según él— asfixia a su Gobierno, su partido y su entorno familiar más cercano.

Un año después de aquellos célebres 'cinco días de reflexión' en los que amagó con dimitir por el inicio de esta investigación, el ruido no ha cesado, y algunos se empeñan en amplificarlo. Que se acuse a la esposa, a su asesora, y hasta al hermano del presidente, es presentado a todas luces como una suerte de cerco moral que deslegitima su continuidad al frente del Gobierno.

La citación del propio Sánchez como testigo —por reuniones celebradas en el entorno de Moncloa sobre la cátedra que ahora se investiga— está llamada a convertirse en un punto de inflexión. No es habitual, ni tampoco irrelevante. No implica culpabilidad, pero sí compromiso. Será un acto procesal en una causa aún abierta, aunque su primer eco será político. Entre filtraciones, mensajes cruzados y viejos aliados devenidos en sombras (Ábalos y sus célebres WhatsApps), lo que emerge es una situación que escapa a los sumarios.

Una vez más, el escenario político se complica para Pedro Sánchez, afectando esta vez de forma muy importante a su esfera personal. El presidente del Gobierno se enfrenta por enésima vez al examen de su propia resiliencia.