Este Barça es adictivo. Si fuésemos capaces de olvidar gustos o fobias, aunque eso en el fútbol es imposible, hasta el más 'antibarcelonista' reconocería divertirse mucho en los partidos del equipo de Flick. Son monedas al aire, apuestas imposibles, un estado de efervescencia y excitación permanente, películas de acción trepidantes en las que siempre están sucediendo cosas. No hay pausa ni tregua, ni un diálogo insulso que serene los ánimos. Puro frenesí. Es difícil recordar algo parecido en nuestra Liga, un bloque que va sin red de seguridad, sin protecciones, sin miedo, sin límites. Y eso hay que agradecérselo a Hansi, el tipo de gesto recto y severo pero que esconde un kamikaze loco en su interior. Su éxito es doloroso para la mitad blanca del país, pero esta merecida Liga del Barça es, objetivamente, una magnífica noticia para el fútbol y el espectáculo.
Sin premio
Como le sucedió en la final del Mundial, Mbappé hizo un 'hat-trick' para perder. Y como pasó en Qatar, a todo el mundo le invadió la sensación de que hubo un individuo muy por encima de un colectivo. Tiró cinco veces a portería y cuatro fueron goles -uno anulado-. Y como todo el 'planeta-fútbol' pensó en aquel Argentina-Francia, «cualquier equipo bien asentado sobre el césped sería imparable con Mbappé en punta». Deschamps, conservador. Ancelotti, conservador. Hay un patrón claro en el 'fiasco tras exhibición' del genio de París. Y, como sucedió el 18 de diciembre de 2022, se escuchó «él solo no es suficiente». Qué ganas de verle con un poco más de fútbol y control a su espalda: para quienes piensen que rinde mejor con espacios, recordarles que en un equipo dominante como el PSG hizo 256 goles en 308 partidos.
La competencia
Si uno es grande por su rendimiento ante sus semejantes, una sola pregunta desnuda la temporada del Real Madrid: ¿En cuántos partidos ante Barça, Atlético, Arsenal, Liverpool... ha estado a la altura de lo que se esperaba del equipo?