De poco sirvió que Pedro Sánchez hiciera subir a la tribuna al dóberman del PSOE, el diputado Óscar Puente, para que con su verbo descontrolado y burdo evitara cualquier mención a la amnistía. Los independentistas catalanes no iban a desaprovechar la ocasión para recordar que sus exigencias suben cada día en su campeonato por ver quién pide la luna.
De hecho, ahora quieren la autodeterminación, además de la amnistía, y con respaldo internacional, que se supone tendría que gestionar el Estado español, que es el único con presencia en las instituciones europeas.
Si Sánchez pensaba que, con su gesto displicente de quedarse sentado en el escaño, se iba a evitar la feria del "y yo más", se equivocó. Estamos en plena carrera por ver quién queda como el "botifler" en esta pugna preelectoral catalana. La estrategia pasaba también por el silencio de Yolanda Díaz, que tan diligentemente acudió a Waterloo para allanar el camino de la negociación de la investidura.
Gabriel Rufián no defraudó. Contestó a Feijóo en castellano, pero con el mismo tono chulesco y desafiante que le es propio. Por cierto, mucho se ha hablado del cuidado del cabello de la líder de Sumar, pero no se comenta el "futbolístico" corte de pelo del portavoz de ERC. quien, con las sienes rapadas y el casco encima, reprodujo las exigencias de Aragonés sobre su derecho a decidir. Hemos pasado de las camisetas reivindicativas a los pelos como enseña.
Feijóo estuvo sosegado y demostró ser mejor parlamentario de lo esperado, pero la bancada del PP se pasó de aplausos y vítores.
Dado que fue Pedro Sánchez en persona el que designó a Óscar Puente para subir a la tribuna, cabe preguntarse cómo se sintió Patxi López, portavoz parlamentario, al ver su papel reducido a palmear en la espalda al compañero elegido para sustituirle.
El Gobierno en funciones, sentado en su bancada azul, parecía un equipo de figurantes aguantando, todos en silencio, tantas horas de debate. Si hasta la recién estrenada presidenta, Francina Armengol, no disimulaba su aburrimiento cuando no tenía que regañar a sus señorías por los insultos a grito pelado.
La fallida investidura de Feijóo, visto lo visto en el hemiciclo, no va a ser más que un ensayo general del próximo intento de Sánchez por seguir en la Moncloa. Solo que en ese debate las concesiones al independentismo no se van a poder sortear, e incluso es esperable que el portavoz del PNV, Aitor Esteban, siempre moderado en las formas, suba el tono.
Sánchez ya no podrá quedarse sentado y la bronca está garantizada.