Seis momentos de una jornada llena de simbolismo

Agencias
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La emoción del Pontífice, el cariño de los feligreses y el encuentro con líderes mundiales marcan el arranque de la nueva era de León XIV

El cardenal Tagle impuso el símbolo al Pontífice. - Foto: Reuters

La misa del inicio de Pontificado de León XIV ayer en la plaza de San Pedro dejó varias imágenes para la posteridad, resumidas en seis gestos que van desde lo más íntimo y emocional de la ceremonia hasta el afectuoso recibimiento de los 200.000 feligreses que lo vieron por primera vez a bordo del papamóvil.
La jornada también encontró su lugar para la geopolítica. Después de haber transmitido en la homilía su deseo por un mundo donde impere la paz, el nuevo Papa recibió en una audiencia al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, quien le agradeció sus esfuerzos para que el Vaticano sea el escenario para negociar un eventual acuerdo entre Kiev y Moscú.
Felipe VI y doña Letizia, vestida de blanco, representaron a España y felicitaron a Prevost, que estuvo visiblemente emocionado con la imposición del anillo del Pescador.
La misa acabó con un aplauso multitudinario, tanto para el Pontífice como por todo lo que representa: un nuevo comienzo para la Iglesia.

El anillo del Pescador que siempre le acompañará

El cardenal Tagle impuso el símbolo al Pontífice. Firma: Reuters

Visiblemente emocionado. Así vivió ayer el nuevo Santo Padre la imposición del Anillo del Pescador, símbolo del poder pontificio y que llevará en su mano derecha hasta el día de su muerte (o eventual renuncia). Un sentimiento no contenido por Prevost y reforzado por el aplauso de los miles de fieles y autoridades que asistieron a la solemne ceremonia. El cardenal filipino Luis Antonio Tagle fue el encargado de colocar el sello en el dedo anular al sucesor de Pedro. 

Los reyes esperan ver al Papa «pronto» en España 

Los monarcas felicitaron a Prevost tras la homilía. Firma: Casa Real

La representación de España en la eucaristía volvió a estar encabezada por los reyes Felipe VI y Letizia, que llegaron a la plaza de San Pedro del brazo. El monarca lo hizo con uniforme de gran etiqueta, mientras la soberana lució de blanco con mantilla, en virtud del privilegio que ostentan algunas monarcas de países católicos. Ambos transmitieron al Papa los mejores deseos del pueblo español «para un venturoso Pontificado» y lo invitaron al país, donde esperan «verlo pronto».

Un primer recorrido entre sonrisas y vítores

Los presentes inmortalizan un momento icónico. Firma: F. FRUSTACI (EPA)

Por primera vez desde la fumata blanca, el papamóvil se convirtió en un umbral entre lo sagrado y lo humano, que llevó a León XIV por una plaza de San Pedro desbordada. El viaje llegó hasta la Vía de la Conciliación, donde el Pontífice se entregó a los miles de fieles. Se mantuvo de pie en un vehículo que iba a una velocidad algo más rápida que en otras ocasiones y no dejó de saludar sonriente a todas las personas que, emocionadas, querían inmortalizar el momento.

En busca de una «paz justa» junto a Zelenski

El Santo Padre estrecha la mano al presidente de Ucrania. Firma: Reuters

Bajo el cielo de Roma, la diplomacia se arrodilló ante el altar. La primera misa oficial no solo congregó oraciones, sino también voluntades políticas, como la del  presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que tuvo una audiencia con el Santo Padre en la que le agradeció la petición a favor de «una paz justa». Además, el líder del país invadido acogió con gratitud su oferta para que el Vaticano pueda ser sede de eventuales negociaciones entre Moscú y Kiev.

Bajo la mirada de la Virgen del Buen Consejo

La réplica se situó en el altar de la basílica. Firma: G. LAMI (EFE)

A las puertas de la basílica de San Pedro, la imagen de la Virgen del Buen Consejo presidió el altar. La réplica estuvo custodiada por la orden de San Agustín, a la que Prevost pertenece, en la localidad romana de Genazzano. El pasado 10 de mayo, dos días después de su elección, el obispo de Roma la visitó, en su primera salida de la capital vestido con el hábito talar blanco. Bajo su mirada, el Papa inició el rito para la bendición y aspersión del agua bendita.

La plaza de San Pedro se vuelve a quedar pequeña 

Cientos de miles de feligreses abarrotaron el lugar. Firma: Reuters

Una vez más, la plaza de San Pedro quedó abarrotada por el cariño que 200.000 feligreses profesaron al Sumo Pontífice. Las banderas de todos los rincones del mundo inundaron el lugar, donde los presentes eran sabedores del momento histórico que estaban viviendo. «Estar aquí es una oportunidad única que no se da todos los días», señaló Gabriel, un paraguayo residente en Roma. «Esto pasa una vez en la vida», comentó otro fiel procedente de Brasil.