El factor Bellingham

Diego Izco (SPC)
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El centrocampista impacta con fuerza en LaLiga, en el sistema de Ancelotti y en el Real Madrid

Jude Bellingham festeja uno de sus dos goles en Almería. - Foto: EFE / Carlos Barba

Caer de pie, algo que se le atribuye a Bellingham en este arranque de temporada con el Real Madrid, no es la expresión idónea; porque «caer de pie» implica tener una buena dosis de fortuna, y no hay hueco para la suerte en esta ecuación: ni el club arriesgó ni Jude es un 'melón' por abrir. Estas dos jornadas, con sus tres goles, son la constatación de un gran fichaje.   

El 'cinco' inglés es la viva imagen de la modernidad. Futbolistas físicamente asombrosos, capaces de entender el juego a lo largo de 50 metros, cuya especialización es relativa: Carlo Ancelotti podría probarlo de interior izquierdo o lateral derecho y conocería el oficio. «Creo que esto -su rendimiento- se debe a su personalidad y a su madurez», decía el italiano al final del choque en Almería (1-3), en el que el nuevo 'niño maravilla' del Bernabéu marcó dos tantos y dio el pase del tercero a Vinícius. Jugadores como él entienden el fútbol como un juego global y armónico, y no como una suma de pequeñas batallas: puede recoger el esférico en una esquina del campo y finalizar la acción en la contraria. Basta con que el técnico le dé libertad de movimientos. 

«Soy 10 veces mejor jugador que la pasada temporada», decía eufórico al final del enfrentamiento. En la primera jornada (0-2 en San Mamés) le 'igualaron' a Zidane gracias a una salida de balón portentosa; en la segunda, la estadística le compara a Wesley Sneijder, el último centrocampista con un arranque tan poderoso como el suyo: en la 07/08, recién llegado del Ajax, sumó tres dianas en las dos primeras jornadas. Y una cuarta en la tercera. 

El gol no es un desconocido para Bellingham. Lleva haciendo muchos desde su descubrimiento en las categorías inferiores del Birmingham, aunque su absoluto dominio del juego empujó a sus técnicos a ubicarle como 'cinco', lo que le alejó de la portería rival. El pasado curso, Edin Terzic (entrenador del Dortmund), le reorganizó la vida, consciente de su potencial: Emre Çan y Brandt guardaban las espaldas del mediocampo y la consecuencia fueron los 14 tantos del británico. Ahora, con el respaldo de Tchouaméni o Camavinga, su proyección ofensiva es incluso mayor y puede batir todas sus plusmarcas personales -y destrozar cualquier expectativa previa- a este ritmo.  

¿Hay 'cara b'?

En medio de este océano de alabanzas y alegría incontenible, hay un hueco para los escépticos. «¿Dónde está la trampa?». Es posible que no haya y que el Real Madrid al final haya dado con la tecla (103 millones de euros mediante, claro). Sin embargo, hay dos aspectos en el horizonte que pueden enturbiar este momento de plácida euforia. 

El primero, el carácter del jugador. Varios medios alemanes apuntaron en el último curso que hubo momentos conflictivos con el vestuario del Dortmund. «¡No das ni un buen pase! ¡Eres una mierda! ¡Siempre igual!», llegó a gritarle a Nico Schulz en un partido de Champions contra el Rangers (2-2) según Bild, el mismo medio que publicaba la 'denuncia' de algunos compañeros de equipo, los que saludaban siempre a los aficionados del 'muro amarillo' del Signal Iduna Park al final del partido en bloque… «y más tarde llegaba él (Bellingham) para recoger los aplausos en solitario». A pesar de ser el tercer capitán, designado por Edin Terzic, no tenía muchos amigos en la plantilla. 

El segundo aspecto que 'preocupa' (en menor medida) es el impacto de su irrupción sobre Vinícius. El cambio de dibujo (del 4-3-3 al 4-4-2) estira a los laterales e 'incrusta' a los extremos en el centro, una zona en la que 'Vini' no se encuentra cómodo. Teniendo en cuenta el rendimiento del brasileño en las dos últimas temporadas (45 goles y 35 asistencias), parte de la afición ve demasiado riesgo el apostar por la novedad y no por el valor seguro. «Es el mejor compañero de ataque que puedo tener», zanjó Vinícius.