Taylor Swift, un fenómeno transversal

Javier Herrero (EFE)
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La cantante estadounidense se ha erigido como epicentro de una pasión global capaz de inundar estadios gracias a una mente maestra para el negocio que sabe escuchar al mercado

Taylor Swift, un fenómeno transversal - Foto: MIGUEL A. LOPES

Más allá de su talento como compositora e intérprete, refrendado especialmente desde que se convirtiera en la única artista con cuatro Grammys al álbum del año, Taylor Swift se ha erigido en centro de una pasión global que los expertos achacan, como reza una de sus canciones, a su «mente maestra» para el negocio.

La cantante estadounidense ha sabido escuchar al mercado para ampliar progresivamente el suyo, primero con el salto desde el country más accesible pero que la acotaba a EEUU durante sus tres primeros discos al pop más global con Red (2012).

Sebas Alonso, director del medio especializado Jenesaispop, recuerda sus siguientes pasos. «Después de perder el Grammy al mejor álbum frente al Random Access Memories de Daft Punk, se dio cuenta de que el suyo no era un disco muy cohesionado y decidió hacer 1989 influida por las críticas», señala Alonso, asegurando que este álbum fue otro de los hitos discográficos de su carrera.

Otro paso de gigante fue su alianza con Aaron Dessner (The National) como productor, del que surgieron Folklore y Evermore, cambiando su target hacia un público underground que la empezó a tomar más en serio.

A lo largo de su corta carrera, Swift se ha revuelto varias veces contra la concepción del artista como el último eslabón de un negocio para el que se limita a producir contenido, no arte, como cuando retó a Spotify y retiró su música de la plataforma tras publicar un artículo en The Wall Street Journal titulado Las cosas valiosas merecen ser pagadas, en busca de una compensación justa por parte del streaming. Críticas similares vertidas contra Apple Music llevaron a esta empresa a pedir perdón en público y a enmendar su postura. 

Esa demanda de respeto también se fue dando progresivamente en la narrativa de sus canciones. De chica algo pacata, víctima impasible, por ejemplo, de los ataques de Kanye West, pasó a dar salida a sus frustraciones, a menudo sentimentales, con temas como I Know You Were Trouble o We Are Never Ever Getting Back Together, pero también cargando contra enemigos. No obstante, pasarían años en los que se le reprochó mantenerse demasiado tibia en la condena de políticas y actitudes retrógradas que se estaban cebando con las mujeres y el colectivo LGTBQ+, su principal granero de seguidores. Al final se posicionó del lado de Joe Biden, algo determinante no solo para las anteriores elecciones, sino también para las próximas.

Concepción como empresa

Más allá de su evolución profesional, los expertos manifiestan que nadie como ella «ha entendido Taylor Swift como una empresa».

La cantante, que ofrecerá el 29 y el 30 de mayo dos conciertos en el Santiago Bernabéu de Madrid que prevén dejar 25 millones de euros, puede que no tenga una voz excepcional, pero cuida al milímetro todo el apartado técnico, ya sea en sus videoclips o en la producción de sus shows. Para sus fans, Swift ha convertido sus creaciones en campos de juego llenos de guiños ocultos, los llamados easter eggs. «Muchas canciones narran un triángulo amoroso desde todos los puntos de vista, y eso hace que sus seguidores busquen ese cuento dentro del cuento», apunta Alonso sobre la artista americana.