Con satisfacción y un punto de orgullo, el pintor y escultor Antonio López mostró ayer al mundo la escultura a tamaño natural que está realizando de Francisco de Goya para su casa natal de Fuendetodos, en Zaragoza.
El artista, menudo y de sonrisa fácil a sus 89 años, llegó temprano a la Fundición Arte 6, en Arganda del Rey, para supervisar in situ el proceso por el que la figura del gran pintor aragonés tornará del blanco al cobre.
En el taller coinciden dos trabajos preparatorios para el bronce: el primero es una impresión digital hecha en 3 D, liviana y casi abocetada, salvo por la cabeza de rasgos definidos; mientras que el segundo, hecho de poliuretano, un material tan duro como la madera, servirá para hacer el molde de cera que se usará para la fundición final.
Se trata de un Goya de 190 centímetros, vestido de cortesano, con la melena peinada en una coleta y la mirada al frente, segura y decidida.
«No es el Goya viejo, tampoco el joven, es el Goya ya artista que ha hecho un trabajo importante, que pisa fuerte, pero no es pedante, porque es inteligente. Un Goya al que ya le han pasado cosas importantes, que ya es sordo», explica López, mientras lija minuciosamente el borde de la levita de la escultura.