Entre chimeneas de hadas

Belén Monge Ranz
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Las cárcavas del pequeño municipio de Valdepeñas de la Sierra constituyen un patrimonio natural bastante desconocido, al que solo es posible acceder a pie

Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra - Foto: Javier Pozo

Las conocidas chimeneas de hadas o señoritas con tocado más famosas del mundo se sitúan en la región de La Capadocia, en Turquía, y en el Parque Nacional del Cañón Bryce, en Estados Unidos. Sin embargo, Guadalajara también cuenta con sus propias esculturas naturales a modo del cuento de Walt Disney que lleva por título Pocahontas, en honor precisamente a los colores tierra. Se trata de las desconocidas cárcavas de la pequeña localidad de Valdepeñas de la Sierra, en la Sierra Norte de esta provincia, en el límite con Madrid. 

Un patrimonio natural aún bastante desconocido, que uno descubre casi de forma inesperada, casual, accediendo por diferentes rutas con distinta dificultad.

Se trata de un espectáculo visual único, conformado por puntiagudas formas, donde los tonos rojizos lo impregna todo en medio de la nada. Son esculturas naturales enmarcadas dentro de un silencioso y tranquilo paraje al que solo se puede llegar a pie.

Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra - Foto: Javier PozoPor su escondida ubicación, alejadas del mundanal ruido, estas rojizas y arcillosas agujas, a las que se atribuyen miles de años, no fueron para los vecinos más longevos de la comarca el bello y apreciado rincón que hoy es para los más jóvenes, mucho más aficionados al deporte y al senderismo.

La creciente afición de salir y descubrir nuevos lugares ha rescatado del olvido este paraje lunar, hoy un atractivo turístico más para disfrutar en cualquier época del año. Un   encrespado y puntiagudo rincón fruto de la erosión y las lluvias, al que se puede llegar por varias rutas. Una de ellas es desde Valdepeñas;un recorrido de varios kilómetros y  de escasa dificultad, entre jaras, tomillos y lavanda, hasta toparnos con este paraje abarrancado, con laderas abruptas y desnudas de vegetación y con múltiples cauces causantes de la erosión que hoy se observa en esta diminuta Capadocia de la Sierra Norte. 

Sin duda, la primavera parece ser el mejor momento para realizar esta ruta turística, una grata experiencia para los sentidos.

Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra - Foto: Javier PozoSin embargo, hay otro acceso a estas esculturas naturales desde el municipio madrileño de Patones, caminando hacia la presa del Pontón de la Oliva, en el límite provincial definido por el río Lozoya. Desde aquí solo hay un kilómetro de distancia, y aunque requiere salvar cierto desnivel, la senda que conduce al destino es bastante asequible.

Ninguno de estos recorridos ofrece demasida dificultad para poder disfrutar en familia, aunque sí es aconsejable tener precaución. Algunos excursionistas sitúan erróneamente este patrimonio natural en la comunidad de Madrid, pero son formaciones geológicas pertenecientes a Castilla La Mancha.

Hay un estudio sobre estos procesos erosivos y de evolución que tomó como ejemplo la cárcava de Uceda, menos llamativa y bella. A partir de unas fotografías aéreas tomadas con cuarenta y tres años de diferencia, la investigación contempla que las tasas de erosión lineal han oscilado entre 0,23 y 0,28 metros al año, con lo que la producción volumétrica de sedimentos estaría en torno a los 10 metros cúbicos anuales. El objetivo era obtener una visión global del desarrollo de las cárcavas en esta zona y parece que se consiguió.

Los sistemas de cárcavas  son causados por la interacción de un sustrato fácilmente erosionable, por la agresividad de los factores climáticos y por la deforestación intensiva de cientos de años por políticas poco conservadoras. Y si bien hay más zonas con estas formaciones en la provincia, las de Alpedrete de la Sierra, pedanía de Valdepeñas de la Sierra, son las más atractivas desde el punto de vista turístico y donde las formas se tornan más definidas. Un patrimonio natural que, sin duda, atrae turistas a la comarca y conforma un revulsivo económico más para una zona que pierde población a passos agigantados. Un paraje mágico que despierta el interés de geólogos de distintas universidades, ávidos del conocimiento del medio.