Abre el Cónclave más diverso

Agencias
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133 cardenales llegados de los cinco continentes se encierran desde hoy en la Sixtina para elegir al nuevo Pontífice. El sucesor de Francisco tendrá que concitar 89 votos para que la fumata blanca anuncie el 'habemus papam'

La Capilla que pintó Miguel Ángel ya está preparada para dar cobijo a esta cita de duración incierta. - Foto: Reuters

Llegó el momento. Diecisiete días después de la muerte del Papa Francisco a los 88 años, los 133 cardenales electores llamados a nombrar al 267º Romano Pontífice se reúnen desde hoy en la Capilla Sixtina, donde se celebra el Cónclave más abierto y blindado de la historia para tomar el relevo del argentino en el trono de Pedro.

La fecha del Cónclave -del latín cum clave, que significa cerrado- se hizo pública el pasado 28 de abril y tiene lugar entre el decimoquinto y el vigésimo día después de la muerte del Papa, en este caso el pasado 21 de abril. Durante estos días, han llegado a Roma cardenales procedentes de los lugares más remotos del mundo, que se alojan desde ayer en Casa Santa Marta, la Domus Vaticana donde Francisco decidió vivir. Todos ellos han participado en las congregaciones generales que se celebran con el fin de conocerse y debatir cuestiones que afectan a la Iglesia. La última reunión se celebró ayer mismo por la mañana.

El más mayor de los cardenales electores es el arzobispo emérito de Madrid, Carlos Osoro, de 79 años, y el más joven, el australiano Mikola Bychok, de 45 años. Por continentes, 53 purpurados son europeos, 37 americanos (16 norteamericanos, cuatro centroamericanos y 17 sudamericanos), 23 asiáticos, 18 africanos y otros cuatro vienen de Oceanía.

Veteranos del Cónclave son los cinco cardenales a los que nombró san Juan Pablo II: el francés Philippe Barbarin, el croata Josip Bozanic, el húngaro Péter Erdo, el bosnio Vinko Puljic -finalmente ausente por motivos de salud- y el ghanés Peter Turkson. Hay 22 electores que recibieron el birrete cardenalicio de manos de Benedicto XVI y 108 que lo llevan por haberlos elegido Francisco, lo que podría llevar a pensar que se impondrá una línea contuista al anterior Pontífice

Los días previos al Cónclave no han estado exentos de polémica, ya que el cardenal Angelo Becciu, condenado por irregularidades financieras en el marco de la compra fraudulenta de un edificio en el centro de Londres, era uno de los participantes. Finalmente, la semana pasada, renunció a entrar a la Capilla Sixtina por «el bien de la Iglesia», tal y como le habría pedido en difunto Francisco.

El pasado lunes tuvo lugar el juramento de secreto absoluto de los oficiales y asistentes al Cónclave en la Capilla Paulina, entre los que se encuentran los médicos disponibles para eventuales emergencias; los ascensoristas del Palacio Apostólico; el personal encargado de la cantina y de los servicios de limpieza y el mayor de la Guardia Suiza destinado a la vigilancia cerca de la Sixtina. Finalmente hoy,  a las 10.00 horas se concelebrará la solemne Misa pro eligendo Pontifice, celebración Eucarística presidida por el Decano del Colegio Cardenalicio, quien invitará a sus hermanos a dirigirse por la tarde a la Sixtina, donde el nuevo Papa necesitará una mayoría cualificada de dos tercios, es decir, 89 votos.

«Que sea bueno»

Y mientras los cardenales se encierran bajo llave, la vida continúa fuera de los muros vaticanos. En las inmediaciones, el ir y venir de gente no cesa. Unos se acercan hasta San Pedro por curiosidad, otros porque siguen con su vida cotidiana, pero este entorno es siempre un hervidero de gente. Estos días sigue habiendo gran afluencia de turistas, muchos de ellos con la intención de atravesar la Puerta Santa y ganar el Jubileo. Hay quien expresamente ha querido viajar a Roma en estos días, como los argentinos Alex y Virginia, que residen en el Principado de Andorra y que decidieron ir a Roma tras conocer la muerte de Francisco.

«Quisimos venir para hacerle un homenaje y, de paso, ver el ambiente», comenta Álex, quien dice que el fallecido Pontífice tenía lazos familiares con su padre y que, al margen de esa circunstancia, sentía a Francisco «como alguien cercano, un símbolo de nuestra tierra».

Respecto al próximo Papa, a Álex le gustaría que también fuera argentino, aunque Virginia añade que puede ser de cualquier parte, pero sí tiene claro que desea que «tenga la misma humildad de Francisco».

Lorena, una peruana que vive en Roma, apunta que camino de su trabajo atraviesa las inmediaciones de la plaza de San Pedro, entre multitudes y agentes de Policía, unos a pie, otros a caballo. La muerte de Francisco «es una pena», dice. Ella no tiene favorito, pero sí quiere que «sea bueno».

«Que sea un papa que abogue por la paz y que consiga más conexión social», dice Carmen que, camino a Nápoles, ha parado en Roma en un «momento histórico».