Comienza la Semana Santa y con ella se volverán a sacar por las calles de Alustante —si el tiempo lo permite— las hermosas tallas del Nazareno, el Ecce Homo, el Cristo de las Lluvias, la Dolorosa, la Soledad y la recién restaurada imagen de Cristo Yacente o el Sepulcro.
Se trata de una talla en madera policromada datada entre los siglos XVI y XVII, si bien las primeras noticias documentales de esta imagen son del XVIII. La escultura muestra a Cristo después de su crucifixión en la que destacan, sobre todo, los cinco estigmas de la Pasión: las marcas de los clavos en manos y pies y la lanzada de Longinos en el costado derecho. La parte de la espalda muestra las heridas de la flagelación, aunque curiosamente se representan como puntos sanguinolentos, acaso aludiendo a las disciplinas terminadas en rosetas o pequeñas bolas metálicas, que usaban en la procesión de Jueves Santo los «hermanos de sangre» de la cofradía del Cristo.
Así pues, en estos primeros meses de 2025, la escultura ha sido restaurada en el taller de Alejandro Pajares Gutiérrez, en Madrid. La intervención ha consistido en la limpieza de la policromía, la eliminación de repintes, reintegración de lagunas en la policromía y la aplicación de una capa de protección con barniz semi mate a base de nanopartículas; esto por lo que respecta a la escultura. En cuanto a la urna, se han eliminado los repintes hasta hallar la pigmentación original, basada una capa de pintura negra, con pan de oro en las molduras decorativas.
Hoy esta escultura, que se tapaba tradicionalmente con una sábana, seguramente para ocultar sus desperfectos, puede verse en toda su plenitud. Está expuesta en la iglesia, ya en su urna, para ser contemplada hasta el Viernes Santo, momento en el que será subida a la Soledad en la procesión del Sto. Entierro.
Además, en Cella, se han limpiado, desinfectado y repintado las andas del Nazareno y de la Virgen de la Soledad por parte de José Fernando Sanz, conocido profesional de la pintura, oriundo de Alustante.
Con estos trabajos, que en este caso han sido costeados por una familia del pueblo, poco a poco, se va conservando y protegiendo el patrimonio artístico del lugar, una labor que debe continuar para transmitir a las generaciones venideras la herencia colectiva que nos legaron nuestros antepasados.